sábado, 2 de febrero de 2013

LOS DONES ESPIRITUALES (VII). LOS DONES DE CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA


                                 LOS DONES DE CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA
                                            
  Puesto que estos dones están íntimamente relacionados, los consideraremos juntos, aunque primeramente Ciencia y luego Sabiduría con mayor extensión. El conocimiento difiere de la sabiduría. El conocimiento es la información que obtenemos; la sabiduría es la aplicación o el uso correcto de la información a fin de lograr los fines adecuados.
El don de la palabra de ciencia es el que capacita al creyente para investigar, sistematizar y resumir las enseñanzas de la Palabra de Dios. A través del mismo trae la iluminación de los pensamientos de Dios que de otra manera no estarían al alcance de la razón humana. Esta capacidad está íntimamente ligada al don de la enseñanza. El apóstol Pablo dio mucha importancia al don de la enseñanza cuando estuvo en Éfeso y aplicó el don de conocimiento. Durante dos años discutió diariamente en la escuela de un hombre llamado Tiranno (Hechos 19:9); no es extraño entonces que “todos los que vivían en Asia conocieran la Palabra de Dios” (v.10), Textos paralelos: (2 Pedro 3:18; 1 Corintios 1:5; Colosenses 1:9, 2:2-3).
 La Sabiduría es la capacidad de aplicar el conocimiento en las situaciones difíciles. Ejercer el discernimiento espiritual en cuanto a lo correcto o lo incorrecto cuando estamos en una situación muy problemática exige el don de la Sabiduría. Veamos algunas de las esferas en que la sabiduría usa al conocimiento para lograr los fines adecuados (Mateo 10:19-20); lo que tendría que decir un cristiano en estas circunstancias le sería dado por el Espíritu Santo. Se necesita la sabiduría en estas situaciones difíciles (Note que esta promesa no se aplica a la preparación de lecciones o sermones). Veamos algunos ejemplos: (Hechos 4:8-13; 5:29-33; 6:8-10).
Pablo utilizó en muchas ocasiones ese don; ver Hechos 22:1-22; 23:1-11; 24:10-22; 25:6-12; 26:1-32. En cada ocasión ante la turba en Jerusalén, ante el Sanedrín, ante Félix, ante Festo y ante Agripa y Berenice.
 Este don de la sabiduría lo necesitan creyentes en la actualidad donde quiera que haya persecución. Todos los creyentes tienen el mandamiento de “estar preparados para presentar defensa de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15); sin embargo, algunos tienen una capacidad especial para hacer frente a los ataques y refutar los argumentos de los incrédulos.
El Señor Jesús nos dio ejemplo precioso de sabiduría (Mateo 22:21, 41-46; Lucas 20:37-40). Este don nos da soluciones a situaciones problemáticas (Hechos 6:3, 25:9-12; 1 Corintios 6:5). En el pasaje que Hechos 25:9-12 nos relata, la situación era particularmente difícil para Pablo, si regresaba a Jerusalén corría el riesgo de perder la vida; si pedía ir a Roma podía ser ejecutado; sin embargo, el decidió seguir el plan de Dios y predicar en la gran ciudad. Tuvo un viaje gratuito y escribió cuatro grandes epístolas mientras estuvo allí; además, convirtió a un gran número de personas, incluyendo al soldado de la casa de César.
El conocimiento y la sabiduría no concurren necesariamente en la misma persona. Uno puede ser capaz de percibir un conjunto de verdades contenidas en la Palabra de Dios y sin embargo no tener la capacidad de aplicar ese discernimiento a su vida. La sabiduría incluye el don de poner en práctica en la vida cotidiana el conocimiento adquirido.
Generalmente, las epístolas de Pablo descansan en la doble base del conocimiento y la sabiduría. Por ejemplo, Efesios, desde el capítulo 1 al capítulo 3, presenta verdades profundas del elevado y santo llamamiento de la iglesia. Desde el capítulo 4 al capítulo 6, aplica esta enseñanza a las varias situaciones de la vida, el hogar (esposos, esposas, padres, hijos), el trabajo (patrones, empleados), el hablar, la ira, la honradez, la laboriosidad, la bondad, la sobriedad y la acción de gracias lleno de gozo.
Aunque el don de las palabras de sabiduría ha sido asignado soberanamente a un número limitado de personas, los demás tenemos que orar para que Dios nos dé el espíritu de sabiduría. (Efesios 1:17). Para el análisis, ver  1 Reyes  3:16-28.-

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