LOS DONES DE CONOCIMIENTO Y SABIDURÍA
Puesto
que estos dones están íntimamente relacionados, los consideraremos juntos,
aunque primeramente Ciencia y luego Sabiduría con mayor extensión. El
conocimiento difiere de la sabiduría. El conocimiento es la información que
obtenemos; la sabiduría es la aplicación o el uso correcto de la información a
fin de lograr los fines adecuados.
El don de la palabra de ciencia es el que capacita al
creyente para investigar, sistematizar y resumir las enseñanzas de la Palabra
de Dios. A través del mismo trae la iluminación de los pensamientos de Dios que
de otra manera no estarían al alcance de la razón humana. Esta capacidad está
íntimamente ligada al don de la enseñanza. El apóstol Pablo dio mucha importancia
al don de la enseñanza cuando estuvo en Éfeso y aplicó el don de conocimiento.
Durante dos años discutió diariamente en la escuela de un hombre llamado
Tiranno (Hechos 19:9); no es extraño
entonces que “todos los que vivían en
Asia conocieran la Palabra de Dios” (v.10),
Textos paralelos: (2 Pedro 3:18; 1
Corintios 1:5; Colosenses 1:9, 2:2-3).
La Sabiduría es la
capacidad de aplicar el conocimiento en las situaciones difíciles. Ejercer el
discernimiento espiritual en cuanto a lo correcto o lo incorrecto cuando
estamos en una situación muy problemática exige el don de la Sabiduría. Veamos
algunas de las esferas en que la sabiduría usa al conocimiento para lograr los
fines adecuados (Mateo 10:19-20); lo
que tendría que decir un cristiano en estas circunstancias le sería dado por el
Espíritu Santo. Se necesita la sabiduría en estas situaciones difíciles (Note
que esta promesa no se aplica a la preparación de lecciones o sermones). Veamos
algunos ejemplos: (Hechos 4:8-13;
5:29-33; 6:8-10).
Pablo utilizó en muchas ocasiones ese don; ver Hechos 22:1-22; 23:1-11; 24:10-22; 25:6-12;
26:1-32. En cada ocasión ante la turba en Jerusalén, ante el Sanedrín, ante
Félix, ante Festo y ante Agripa y Berenice.
Este don de la
sabiduría lo necesitan creyentes en la actualidad donde quiera que haya
persecución. Todos los creyentes tienen el mandamiento de “estar preparados para presentar defensa de la esperanza que hay en
vosotros” (1 Pedro 3:15); sin
embargo, algunos tienen una capacidad especial para hacer frente a los ataques
y refutar los argumentos de los incrédulos.
El Señor Jesús nos dio ejemplo precioso de sabiduría (Mateo 22:21, 41-46; Lucas 20:37-40).
Este don nos da soluciones a situaciones problemáticas (Hechos 6:3, 25:9-12; 1 Corintios 6:5). En el pasaje que Hechos 25:9-12 nos relata, la situación
era particularmente difícil para Pablo, si regresaba a Jerusalén corría el
riesgo de perder la vida; si pedía ir a Roma podía ser ejecutado; sin embargo,
el decidió seguir el plan de Dios y predicar en la gran ciudad. Tuvo un viaje
gratuito y escribió cuatro grandes epístolas mientras estuvo allí; además,
convirtió a un gran número de personas, incluyendo al soldado de la casa de
César.
El conocimiento y la sabiduría no concurren necesariamente
en la misma persona. Uno puede ser capaz de percibir un conjunto de verdades
contenidas en la Palabra de Dios y sin embargo no tener la capacidad de aplicar
ese discernimiento a su vida. La sabiduría incluye el don de poner en práctica
en la vida cotidiana el conocimiento adquirido.
Generalmente, las epístolas de Pablo descansan en la
doble base del conocimiento y la sabiduría. Por ejemplo, Efesios, desde el capítulo
1 al capítulo 3, presenta verdades profundas del elevado y santo
llamamiento de la iglesia. Desde el
capítulo 4 al capítulo 6, aplica esta enseñanza a las varias situaciones de
la vida, el hogar (esposos, esposas, padres, hijos), el trabajo (patrones,
empleados), el hablar, la ira, la honradez, la laboriosidad, la bondad, la
sobriedad y la acción de gracias lleno de gozo.
Aunque el don de las palabras de sabiduría ha sido asignado
soberanamente a un número limitado de personas, los demás tenemos que orar para
que Dios nos dé el espíritu de sabiduría. (Efesios
1:17). Para el análisis, ver 1 Reyes
3:16-28.-
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