viernes, 11 de mayo de 2012

Puedes descansar en Dios



"Acerca de Benjamín dijo: Que el amado del Señor repose seguro en él, porque lo protege todo el día y descansa tranquilo entre sus hombros." Deuteronomio 33:12 (NVI)
Connie es nuestra hija menor y la princesita de la casa. Y por ser la más pequeña le damos ciertas consideraciones. Algunas noches, me pide de dormirse conmigo en mi cama y que después la pasemos cuando esté dormida. Con Miri dijimos hace muchos años que no permitiríamos ese tipo de conducta, pero hoy estoy mucho más blando y cedo fácilmente a un pedido de esa naturaleza. Y como Juampi prefiere dormir solo y que su hermanita no moleste, hay acuerdo.
Cuando Miri se acuesta Connie ya está bien dormida. Es encantador verla relajada durmiendo. Así que la tomo en brazos y la llevo a su cama. El traspaso no dura mucho, pero cuando lo hago, ella se relaja y sonríe dormida. Sabe que está confiada en los brazos de su papi. Y apoya su cabecita dormida en mi hombro relajada.
Moisés estaba dando las bendiciones para cada tribu antes de entrar en la tierra prometida, y a Benjamin le toca esta. Cuando la leí, pensé en mi Connie y su confianza de dormirse en mis hombros. ¿Por qué lo hace? Simplemente porque confía en su papi y sabe que no la va a dañar.
Benjamín sabía lo mismo de Dios, pero con mayor confianza, porque la seguridad que Dios ofrece no caduca, no se cansa, no se duerme. El amor de Dios es tan grande y tan personalizado que tiene la delicadeza de atenderte a vos en particular por tu necesidad. Dios quiere darte reposo, Dios te ofrece su seguridad para que descanses en Él.
Te ofrece su hombro cálido para tu cabeza cansada. Te ofrece sus brazos poderosos para tu alma conflictuada. Dios quiere darte descanso. Quiere que te duermas a su lado y brindarte todo su amor y seguridad, para que estés bien. Que tengas la confianza de pedirle ayuda en tu momento triste y puedas reposar en su almohada del cielo para encontrar paz.
¿Vives demasiado estresados? ¿Hay demasiado conflicto en tu vida? ¿Son todas malas y ninguna buena? ¿Hay muchos problemas por resolver y encontrás pocas respuestas? Dios hoy vuelve a ofrecerte su reposo, su hombro firme, su amor y su cuidado.

REFLEXIÓN – Puedes descansar en Dios.

Escrito por:   Daniel Pérez Cliffe BBN

jueves, 10 de mayo de 2012

El pueblo y el Libro





Cuándo el pueblo de Dios se aleja de amar, leer y obedecer la Palabra de Dios, pierden la bendición divina. Si queremos ser como un árbol fructífero, debemos deleitarnos en la Palabra de Dios (Sal. 1:2, 3).
Esto explica por qué Nehemías convocó una "conferencia bíblica" e invitó al escriba Esdras a ser el maestro. Los muros estaban ahora terminados y las puertas estaban colgadas. Las necesidades materiales de la ciudad se habían satisfechos, había llegado ahora el momento de enfocarse en las necesidades espirituales del pueblo que vivía en la ciudad. Los capítulos 8 - 13 del libro recogen ese ministerio espiritual: instrucción del pueblo (cap. 8), confesión de pecado (cap. 9), dedicación de los muros (capítulos 10-12), y purificación del compañerismo (cap. 13).
Es importante notar que Esdras y Nehemías pusieron la Palabra de Dios lo primero en la vida de la ciudad. Lo que ocurrió en Jerusalén a partir de aquel momento en adelante fue una consecuencia de la respuesta del pueblo a las Escrituras. "La tarea principal de la iglesia y del ministerio cristiano es la predicación de la Palabra de Dios, dijo el doctor Martyn Lloyd Jones. Los períodos y eras de decadencia en la historia de la iglesia han sido siempre aquellos tiempos cuando la predicación había declinado.
El Espíritu de Dios usa la Palabra de Dios para purificar y avivar los corazones del pueblo de Dios. Si Dios va a trabajar en y por medio de su pueblo, deben entonces responder positivamente a su Palabra; y este capítulo describe tres respuestas básicas:
1-Entender la Palabra (8:1-8).
2-Regocijarse en la palabra (vs. 9-12).
3-Obedecer la Palabra (vs. 13-18).
Todo el ser de una la persona: mente (entender), corazón (regocijarse), y voluntad (obedecer), debe quedar cautivada por la verdad de Dios.

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miércoles, 9 de mayo de 2012

Sensibles para Ayudar



Abre tu boca, juzga con justicia, y defiende la causa del pobre y del menesteroso. — Proverbios 31:9
Mientras estaba en el edificio de los tribunales esperando que el juez atendiera su causa, Gabriel oía una historia triste tras otra de gente que perdía la casa. Muchos atravesaban el proceso como si les resultara un tema conocido, pero una mujer llamada Lucila parecía desconcertada. Él percibió que la mujer no sabía qué hacer ni adónde ir.
Trató de acallar la suave voz interna que lo instaba a ayudarla, pero no pudo. Pensó en varias razones para no involucrarse. En primer lugar, empezar una conversación con extraños no era una de sus virtudes; en segundo lugar, tenía miedo de que lo malinterpretara. Pero pensó que Dios lo estaba induciendo y no quería arriesgarse a desobedecer.
Cuando la vio que salía del tribunal, le habló. «Señora —le dijo—, escuché su testimonio en la corte y creo que Dios quiere que la ayude».
Al principio, Lucila desconfiaba, pero Gabriel le aseguró que su actitud era sincera. Hizo unas llamadas telefónicas y la conectó con gente de una iglesia local que le brindó la ayuda que ella necesitaba para no perder su casa.
Dios nos ha llamado a un servicio activo (1 Juan 3:18). Cuando podemos y sentimos que Él nos motiva a ayudar a alguien, debemos estar dispuestos a decir: «Estoy convencido que el Señor quiere que te ayude».

Nada nos hará sentir mejor que cuando servimos a los demás.

Escrito por:   Editores de Nuestro Pan Diario

martes, 8 de mayo de 2012

Condiciones para la Bendición



“Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mi” (Jer. 3:9).
Cuando el profeta escribe estas palabras está hablando en nombre de Dios. La situación de Israel era difícil, estaban atravesando un momento de zozobra que se incrementaría todavía más en el tiempo próximo. Las dificultades eran abrumadoras, la angustia había llegado, pero, en medio de todo ello Dios tiene una palabra de aliento y esperanza. La prueba terminaría y los angustiados vendrían a una experiencia de tranquilidad y gozo. Las bendiciones de Dios están siempre disponibles para sus hijos. Él quiere bendecirnos. En el versículo estas bendiciones escondidas en la primera pregunta tienen que ver con una fluida relación con Él: os pondré por hijos. Ninguna posición superior a esta: Que nuestro Padre sea el Dios eterno y omnipotente. Quiere decir que no habrá nada que necesitemos que no nos sea otorgado inmediatamente. Ningún padre puede ver padecer a un hijo suyo y teniendo recursos para hacerle salir de la prueba no lo haga. Dios nos trata como hijos suyos. Esto conlleva necesariamente a hacernos sentir su amor. El Padre nos ama y quiere esta relación de afecto. Además promete también una segunda bendición, darnos la tierra deseable, aquello que es el deseo de las naciones, es decir, lo que las personas en la tierra anhelan poseer. No importa de que cosa se trate. Él promete dárnosla cuando realmente nos sea necesaria. A estas firmes promesas Dios añade las condiciones para que se hagan posibles: La primera condición es que le llamemos Padre mío. Dos cosas importantes aquí: primeramente que es una relación personal como aparece expresada en el pronombre mío. El Dios del cielo es un Dios personal. Es el Padre de todos los creyentes, pero es también nuestro padre individual. Nos conoce como hijos suyos, sabe cuales son nuestras necesidades y los recursos que necesitemos de Él. Le llamamos Padre mío, y está al lado de cada uno de sus pequeños para abrir camino, dar abundantemente, conducir por sendas de justicia y hacernos sentir su amor. La relación de intimidad familiar manifestada en la condición de hijos, condiciona también la siguiente demanda: “no os apartaréis de en pos de mi”. Así de fácil: consiste en seguir fielmente sus pisadas. En situaciones en que se atraviesan terrenos pantanosos, o que uno tiene que caminar sobre la nieve después de una gran nevada, no hay nada mejor que buscar las huellas de alguien que pasó primero y poner nuestros pies en el mismo lugar donde él los puso; bajo esas huellas hay terreno firme. Cristo marcó ya el camino para los suyos, especialmente en la dificultad, como dice el apóstol Pedro: “Porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas” (1 P. 2:21). Fidelidad, amor y seguimiento condicionan la bendición. Tomemos ahora la promesa divina para alentar nuestra vida. Dios promete sacarnos a un estado de bendición, en la medida en que le sintamos como Padre y sigamos con fe en sus caminos. Que el Señor nos conceda a todos la determinación de amarle, vivir para su gloria y caminar en el camino que Él trazó para nosotros. Entonces tendremos los recursos de la gracia; la tierra deseable y la rica heredad de las naciones, que no es otra cosa que Su paz aún en medio de la tormenta.

Escrito por:   Pastor Samuel Pérez Millos BBN