"Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano" Salmo 37:24
¿Te
sientes deprimido hoy? ¿Te desanimaste por lo que experimentaste ayer?
En un momento de descuido, ¿tropezaste y caíste por haber cedido al
pecado?
Hay algo peor que caerse, seguir caído. El pecador se cae y no se
levanta, pero en el caso del creyente en Cristo, la situación es
diferente. Aunque a veces nos caigamos, no estaremos contentos hasta que
seamos restaurados. No deberíamos pecar, pero lo hacemos demasiado a
menudo. El apóstol Juan escribió: "Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos..." (1 Juan 1:8). Pero la buena noticia es
esta: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si
alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo
el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados..." (2:1-2).
Cristo es nuestro Defensor y Abogado diariamente. Por eso nada mejor
que, admitir nuestros pecados, errores y confesarlos. Jesús aunque murió
por nuestros pecados, sabía que seguiríamos luchando contra el pecado.
Por esta razón, proveyó lo necesario para que pudiéramos limpiarnos
diariamente.
Empieza cada día con el Señor Jesús, dedicando un tiempo para leer tu
Biblia o hacer tu devocional, confesar tus pecados, admitir tu debilidad
y pedirle a Dios fortaleza para hacer lo que Él quiere que hagas.
Cuando dependas de la gracia y de la fortaleza del Señor, ¡al poco
tiempo sabrás qué es en verdad, la victoria!
Reflexión: El avance en la vida
cristiana, no se mide tanto por las veces que caemos, sino por las veces
que nos levantamos cuando hemos caído.
Autor: Editores de Nuestro Pan Diario.
Liberándome del Pecado