viernes, 31 de agosto de 2012

Ampliar la perspectiva




Id, y haced discípulos a todas las naciones. —Mateo 28:19
A un misionero y a mí nos invitaron a almorzar con David, un hombre de casi 80 años, quien sustentaba con generosidad el ministerio de este siervo de Dios. David no podía ir a visitar el país donde servía el misionero, pero, mientras daba gracias por los alimentos, oró con toda facilidad por las personas, los lugares y las circunstancias de aquel lugar. Después de haber orado habitualmente por ese ministerio, no tenía problema en mencionar datos específicos. Este hombre tenía una perspectiva de la obra misionera que iba más allá de las fronteras de su país, Singapur.
Nuestro Señor Jesús nos mandó tener una perspectiva mundial de la obra misionera. Cuando dijo: «Id, y haced discípulos a todas las naciones, […] enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28:19-20), no nos pedía que compráramos un billete para ir por todo el mundo a proclamar Su mensaje. Quizá no tengamos oportunidad de salir del lugar donde nacimos, pero podemos participar de lo que sucede en el mundo, sin dejar nuestra ciudad natal.
Ahora bien, ¿cómo se hace? ¿Hay algún estudiante de otro país que viva cerca de tu casa? ¿Una familia de otra nación que intenta enfrentar la vida en un entorno nuevo? ¿O, simplemente, una persona solitaria a quien puedas levantarle el ánimo? Hablarles sobre el amor de Dios es tu manera de cruzar los océanos con el evangelio.

Si miras a través de los ojos de Jesús, verás un mundo necesitado.

Escrito por:   Editores de Nuestro Pan Diario

jueves, 30 de agosto de 2012

Perdonar es liberar al otro



"Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos." Hebreos 12:14-15 (NVI)
Mi inexperiencia en el tema de la botánica es por falta de práctica. Pero la teoría la tengo bastante bien aprendida. La firmeza de una planta es proporcional a la longitud de sus raíces. Un árbol por lo general es tan alto como profundas sus raíces, ya que necesita una base muy firme para sostener una copa tan alta y tan grande. El roble es un árbol que tarda muchos años en crecer, y cada año añade a su tronco un nuevo círculo de crecimiento y mayor altura en sus ramas. Lo que no se ve es que a medida que crece lo visible, sus raíces también crecen y se hunden en la tierra.
Este mismo concepto toma el autor de la carta a los hebreos para hablar del rencor. Y nos recuerda que nuestro deber es estar en paz con todos. Pero no siempre se puede porque ofendemos y nos ofenden. Es algo habitual en toda relación humana. Dios sabe esto, y aun así nos demanda estar en paz. Para poder estarlo es necesario perdonar. Y esto es una decisión espiritual, no una sensación.
Perdonar es liberar al otro de la carga de pagar por la ofensa hecha. Y debemos perdonar aun en los casos que no nos pidan perdón. Porque al perdonar, matamos el rencor. El rencoroso no perdona. Alimenta su odio y su enojo por la ofensa recibida y la alienta para aumentarla. Por eso el autor de la carta habla de raíz de amargura.
Para que haya raíz se necesita primero una semilla. La ofensa es la semilla. Siempre va a haber ofensas, siempre nos van a agredir. Por eso es tan necesario saber perdonar.
Lo segundo que necesita una raíz es tierra. Sin tierra la semilla no crece, se muere. Sin un corazón rencoroso (que es la tierra), la semilla del rencor no crece y se muere. Pero nos cuesta mucho esto. Alimentamos nuestro rencor recordando con dolor y odio la ofensa recibida, y pensamos en venganza, en como retribuir el daño recibido. Esa es la tierra donde florece esta raíz de amargura.  El rencoroso es una persona amargada, triste y solitaria. Tu ¿cómo actuas?

REFLEXIÓN – ¿Perdonas o guardás rencor?

Un gran abrazo y bendiciones

Escrito por:   Editores de Nuestro Pan Diario

domingo, 26 de agosto de 2012

ESCUELA DOMINICAL


                                     PROVERBIOS. Capítulo 10.

A partir de ahora, Salomón cambia la forma de su exposición. En vez de los discursos más amplios y tan frecuentes en los capítulos 1 al 9, ahora encontramos oraciones cortas de dos frases independientes, aunque relacionados entre sí. Vv. 1-10. En el versículo 1 vemos que el consuelo de los padres depende del carácter y comportamiento de los hijos. Aunque el justo sea pobre, su Señor no permitirá que le falte nada (v. 2-3). Toda persona anhela prosperar. Algunos logran su llegar a esa meta, y otros muchos pasan toda su vida luchando por alcanzarla. Aquí Salomón nos habla de algunos aspectos a tener en cuenta. El nos recomienda a ser diligentes en nuestras labores (v. 4). La diligencia es el camino para prosperar si va acompañada de honradez y termina expulsando de nuestras vidas la pobreza. Seamos prudentes en nuestros negocios (v. 5), pues eso nos ayuda a aprovechar cada ocasión que se nos presente y nos ayuda a obrar con sagacidad. Son pues, la diligencia y la prudencia dos ingredientes muy importantes para lograr el éxito en cualquier negocio que emprendamos. El versículo 6 podríamos parafrasearlo así: ¿Qué es mejor en la vida? ¿Recibir la bendición divina por obrar rectamente o gastar el tiempo cubriendo con mentiras nuestro mal vivir? La bendición muestra el favor de Dios e indica la participación divina en el éxito de la persona que le teme. Tanto el justo como el impío deben morir, pero entre sus almas hay una gran diferencia (v. 7). El corazón del sabio es un terreno muy fértil para recibir la Palabra de Dios, no así el necio que la desprecia (v. 8).La integridad y la confianza son compañeras en el camino del hombre bueno, pero los que viven en la hipocresía al final serán desenmascarados (v. 9).  “Guiñar el ojo” pudiera compararse con un dicho popular, ”Hacer la vista gorda”, y vemos eso en el ejemplo de David que toleró  el mal proceder de sus hijos (véase la de Amnón y Absalón en 2 Samuel 13) y con ello acarreó sobre sí mucho dolor.  Ahora nos vamos a adentrar en los versículos 11-21. De los 11 proverbios de esta sección, ocho hacen referencia a la forma de hablar. La boca del hombre bueno siempre estará abierta para enseñar, consolar y corregir al prójimo (v. 11). El odio es una fuente permanente de contiendas, pero quien obra con amor al prójimo perdonará y olvidará (v. 12). Los que neciamente van por malos caminos, se preparan varas de castigo para sí mismos (v. 13). Cualquier conocimiento que sirve debemos atesorarlo, leyendo, oyendo la Palabra de Dios, por la meditación,  por la oración, etc, (v. 14). La riqueza y la pobreza se convierten en fortaleza o debilidad dependiendo de la importancia que le demos (v. 15). Quizá el hombre justo no tenga más de aquello por lo cual trabaja duro pero ese esfuerzo le da lo necesario para vivir, más el impío invierte todo lo que gana en el pecado (v. 16). La persona que ha perdido el rumbo debe aceptar la corrección si no quiere seguir equivocándose (v. 17). Especialmente necio es aquél que piensa que puede esconder algo de Dios y la malicia no es buena consejera (v. 18). Los que hablan mucho, al final terminan cometiendo muchos errores (pecados) y el prudente evita el disculparse continuamente (v. 19). La lengua del justo es sincera, libre de traición y de mala intención y al final es muy apreciada (vv. 20-21). ¿Cómo hablar? Con prudencia (v. 19); con justicia (v. 20); con templanza (v. 21). A partir de aquí vemos que al impío es como un deporte la maldad. Sólo los hombres necios y malos se divierten haciendo daño al prójimo y haciéndole pecar (v. 23). El mayor deseo de bendiciones eternas que desea el justo le será otorgado (v. 24). Los malos son como torbellinos que pasan sin pena ni gloria, pero el justo permanece y lo hace en el Señor (v. 25). Como el vinagre destempla los dientes, y el humo hace doler mucho los ojos, así el perezoso hace sufrir a su empleador (v. 26). El que teme a Dios vivirá (vv. 27-28). El creyente se afirma en la fe y por ello obedece con deleite (v. 29). El malo estaría feliz de de tener la tierra por hogar eterno, pero eso no puede ser. Debe morir y dejar atrás todos sus ídolos (v. 30). El hombre bueno habla sabiamente para provecho del prójimo; pero el pecado será la ruina del hombre malo (vv. 31-32). Al justo lo guarda el poder de Dios y nada podrá apartarlo de su amor.-

domingo, 19 de agosto de 2012

Escuela Biblica Dominical: Proverbios


                               PROVERBIOS Capítulo 9.

Si hemos de titular este capítulo le daríamos este: La sabiduría, una buena anfitriona. ” La sabiduría edificó su casa” e invita y exhorta a los simples (vv. 4, 16), o sea, los ingenuos que no tienen un criterio bien formado de las cosas y están abiertos a todas las influencias. “A los faltos de cordura” o faltos de entendimiento (vv. 4,16); a los escarnecedores (vv. 7, 12) o burladores que desprecian a otros; al impío o malvado (v.7); al sabio (vv. 8, 9, 12); al justo o recto (v. 9) y a todas las personas a que participen del agasajo que ofrece. Vemos que están los elementos comunes del pan y el vino que conllevan un aspecto espiritual. Debemos aceptar la invitación que hace la sabiduría y evitar la compañía y los placeres necios del impío o nunca podremos alcanzar la satisfacción de una vida santa. Es vano procurar la compañía íntima de los impíos con la esperanza de hacerles bien; es mucho más probable que seamos corrompidos por ellos. No basta abandonar al necio, debemos buscar la compañía del sabio.  Este pasaje representa a un hogar edificado con sabiduría y que es el lugar más sagrado de la sociedad. La sabiduría levanta una voz profética mostrando que se puede tener un hogar perfecto, es decir,  con siete columnas. Veamos las siete columnas de la sabiduría. Ama la belleza de la creación humana (v. 1); hace preparativos como anfitrión generoso (v. 2); administra con eficacia (v. 3); ejerce compasión hacia los desafortunados (vv. 4-5); aconseja al fracasado (v. 6); evita ser avergonzado (v. 7); favorece al sabio (vv. 8-9).  En el interior de la mansión ella dispuso de una magnifica fiesta y envió a sus criadas a llamar a los invitados. Ella misma (vv. 3-6) sale a llamar a quienquiera que se sienta atraído a participar de su banquete. El llamamiento es general y no excluye a nadie.   El versículo 10 trata el tema de la fe apropiada del hombre hacia su Creador, una reverencia santa y sana; esto conlleva una promesa de bendición adicional de tener una vida prolongada (v. 12). A partir del versículo 13 se presenta a una competidora de la sabiduría y es representada por una mujer insensata, alborotadora, simple e ignorante (v. 13). Este pasaje lo podríamos titular “La fiesta de los insensatos”.  ¡Cuán diligente es el tentador para seducir a las almas desprevenidas! Aquí la insensatez aparece personificada como una ramera. Desvergonzadamente invita a los simples a su fiesta. Publica su invitación tan ampliamente como lo hizo la sabiduría (comparar vv. 14-15 con vv. 3-4). Pero mientras la sabiduría invitó a una fiesta con todas las de la ley, preparada personalmente (v. 5), la insensatez ofrece una fiesta miserable, ilícita y clandestina, con alimentos robados (v. 17), y los invitados van al encuentro de la muerte (v. 18). Hay un paralelismo entre la sabiduría y la insensatez, aunque vemos que la sabiduría es más rica y sus frutos mejores. Sabiduría (S) y Necedad (N) 1. (S) Edifica su casa (v.1)-(N) Se sienta (vv. 13-14). 2. (S) Banquete: carne, vino y pan (vv. 2, 5)-(N) aguas y pan (v. 17). 3. (S) Envía criadas (v. 3)-(N) va ella misma (vv. 14-15). 4. (S) Su mensaje (vv. 4-6)-(N) su mensaje (vv. 16-17) 5. (S) Su destino: vida (v. 6)-(N) su destino: muerte (v. 18).
Satanás es representado muy hábilmente por esta mujer quien utiliza las tácticas de la seducción como armas para destruir al hijo de Dios. Satanás primero atrae la atención (vv. 13-14), toma la iniciativa (v. 13), llama con insistencia (v. 14), engaña a los inexpertos (vv. 16-17), y lleva a la destrucción (v. 18). El utiliza la mentira, emplea la astucia, se aprovecha de la ignorancia, para conducir por caminos oscuros a la senda de la muerte.  He aquí dos invitaciones, la de la sabiduría y la de la insensatez. Nos corresponde a nosotros tomar la decisión.-

¿Por qué permite Dios que a la gente “buena” le sucedan cosas malas?



La vida a menudo nos confronta con situaciones trágicas que nos hacen preguntarnos si Dios está dispuesto a ayudarnos y si puede hacerlo. ¿Por qué permite Dios que pasen esas cosas? ¿Acaso no le importa?
El libro de Job aborda esta cuestión. En esta historia, sorprendentemente pertinente, Dios permite que su mejor ejemplo de lo que es un hombre “justo” sufra terriblemente. La fe de Job se prueba casi hasta quebrantarse, mientras amigos bien intencionados lo acusan de haber hecho algo que merece ese sufrimiento. La lucha de Job continúa hasta que finalmente se acaba ante la evidencia del infinito poder y la sabiduría de Dios.
Es imposible para nosotros comprender plenamente los caminos de un Dios que prueba nuestra fe de tal forma. No obstante, la historia de Job nos recuerda que Dios puede tomar las obras malas hechas por los demás e incorporarlas en el tejido de su plan para bien nuestro.
Dios no protege a su pueblo de toda la maldad y el sufrimiento de un mundo caído. Pero sólo Él tiene el poder de usar el dolor, la persecución e incluso la muerte como parte de su plan para nuestro máximo bien (Romanos 8:28).
Otro ejemplo de cómo saca Dios buenas cosas del mal humano es la historia de José (Génesis 37-50). A pesar de ser vendido por sus hermanos a la esclavitud, José a la larga se convirtió en el instrumento de Dios para salvar la vida a multitudes en Egipto, incluyendo los miembros de su propia familia. Aunque sus hermanos actuaron maliciosamente, Dios usó las malas obras de ellos para Sus buenos propósitos. Cuando los hermanos temieron que él se vengaría después de la muerte de su padre, José dijo: “No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:19-20).
Una de las maravillas de la providencia de Dios es su inalterable poder para demostrar su bondad, incluso por medio de las obras mal intencionadas de sus criaturas. ¡Qué consuelo saber que no hay mal que pueda torcer las buenas intenciones de nuestro Dios soberano!

Escrito por:   Editores de Nuestro Pan Diario

Conectados




Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. - Isaías 40:29
Hace poco, mi esposa estaba trabajando en casa con su computadora portátil, cuando, de pronto, notó que la batería estaba baja y que estaba a punto de apagarse. Sin embargo, seguía conectada a la corriente eléctrica, así que, no tendría que haber estado usando la batería. Al revisar el cable hasta la extensión, ¡finalmente se dio cuenta de que esta última parte del cable no estaba enchufada en el tomacorriente de la pared! Me miró desconcertada y dijo: «En alguna parte de esto hay material para un devocional».
Tal como ella dijo, eso me recordó un pasaje de las Escrituras sobre el poder de Dios: Isaías 40:27-31. El profeta identifica la verdadera e inagotable Fuente de fortaleza de donde debemos obtener la nuestra: «El Dios eterno, el Señor, el creador de los confines de la tierra» (vs. 28 lbla). Después, les habla a aquellos que están quedándose sin fuerzas y los anima a esperar en el Señor para que se recuperen (vs. 29-31).
Jesús dijo que nosotros éramos como ramas que permanecían adheridas a Él, la Vid (Juan 15:4-5). Esto es un paralelismo de la poderosa conclusión de Isaías, donde se promete que los que permanecen conectados a Dios, «correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán» (Isaías 40:31).
Cuando nos sintamos cansados y afligidos, debemos enchufarnos a la verdadera Fuente de poder y de vida.

Para el Creador del universo no hay cortes del suministro eléctrico.

Escrito por:   Editores de Nuestro Pan Diario

domingo, 12 de agosto de 2012

Escuela Biblica Dominical: Proverbios


                                                     PROVERBIOS Capítulo 8.

Este capítulo es uno de los pasajes más hermosos del Antiguo Testamento y sin duda el pasaje más bello de Proverbios. La enseñanza, luego de una breve introducción del maestro, es dictada por la sabiduría personificada. Con esto alcanzamos el más alto nivel de enseñanza. En marcado contraste con la actitud de la mujer del capítulo anterior, que con embustes y seducción tiene intimidad al amparo de las sombras de la noche, la sabiduría, abiertamente y con toda dignidad, y en los sitios más concurridos, procura convencer a los hombres a que la reciban y les revela, de hacerlo así, los tesoros que esconde. Vamos a dividir el capítulo. 1-11. Cristo, personificando a la sabiduría, llama a los hijos de los hombres. ¿De dónde clama la sabiduría? Desde lugares altos, importantes para la adoración (v.1), en las encrucijadas de las rutas, donde se divide el camino (v.2); en las puertas de la ciudad, donde se establece la justicia (v.3). ¿A quienes se dirige la sabiduría? A los hombres, quienes representan autoridad en la sociedad (v.4); a los ingenuos y los necios (v.5). ¿Qué mensaje comunica la voz de la sabiduría? Cosas excelentes (v.6); cosas rectas (v.6). ¿Por qué habla la voz de la sabiduría? Para comunicar la verdad (v.7); para prevenir la impiedad (v.7). La sabiduría es una virtud que facilita el gobierno en cualquier sociedad en una forma benéfica para todos.
Yo, la sabiduría (v.12),  es semejante, de alguna manera a las cartas del Nuevo Testamento: Pablo, siervo de Jesús… (Romanos 1:1); Santiago, siervo de Dios (Santiago 1:1); Pedro, apóstol de Jesucristo (1 Pedro 1:1). En todos los casos busca identificarse la fuente del escrito que sigue. La sabiduría tiene su lugar de residencia y tiene sus vecinos con quienes habita: La cordura, la ciencia (v.12), el consejo y el buen juicio (v.14), etc. Es mejor buscar la compañía de los tales que la de los ladrones y asesinos (1:10…; 6:12…; 6:16…); los hombres perversos (2:12…; 6:12…; 6:16…); las mujeres adúlteras – prostitutas (2:16…; 5:3…; 6:24…; 7:6…; 9:13…), con los endeudados (6:1…); y con los perezosos (6:9-11).
En la antigüedad, una forma muy popular de comunicar una verdad en forma dramática era el monólogo. En los versículos 13 al 21, el autor utiliza esta forma para dar lecciones sobre la sabiduría. Parafraseando, dice: Te prevengo, hombre insensato, sobre el temor de Jehová, sobre lo que hace daño, sobre las fuentes del peligro (v.13). Te informo, hombre sensato, sobre las amistades a cultivar (v.14); sobre el poder que posee el creyente (vv.15-16); sobre las riquezas disponibles al que es fiel (vv.17-19). Te ofrezco, hombre creyente, una guía para tu vida, una vida de justicia, una vida abundante (vv.20-21). Con esto se demuestra que la sabiduría es la respuesta para las necesidades físicas y espirituales del hombre.
En los versículos 22-31, el Hijo de Dios declara que Él mismo participó en la creación del mundo. ¡Cuán capaz, cuán apto es el Hijo de Dios para ser el Salvador delo mundo, cuando que fue Él mismo el Creador de éste! El Hijo de Dios fue ordenado para esa gran obra antes de la fundación del mundo. Él se delita en salvar a los hombres y nosotros debemos deleitarnos en su salvación.
En los versículos finales, 32-36, la sabiduría habla como un maestro y se dirige a su auditorio como Hijos, recordándoles que el amarla garantiza la vida (v.35) y el odiarla, la muerte (v. 36). Errar en la sabiduría es dañarse a sí mismo; aborrecerla es un suicidio (v.36).-




domingo, 5 de agosto de 2012



PROVERBIOS Capítulo 7.

División: 1-5. Invitación a aprender la sabiduría; 6-27. El arte de la seducción y una solemne advertencia en contra de ella.
Vv.1-5. Esta sección vuelve a recordarnos la enseñanza de los capítulos anteriores. Los dos temas son las enseñanzas paternales y las enseñanzas del maestro. Hay que aprender bien las lecciones y aplicarlas a la vida cotidiana. No sólo se trata de obedecerlos sino de obedecerlos como quien no puede vivir sin ellos. Los que objetan el caminar cuidadoso y estricto como innecesario y demasiado estricto no toman en cuenta que la ley debe obedecerse como la niña del ojo  porque, indudablemente, la ley en el corazón es el ojo del alma; así seremos resguardados de los efectos fatales de nuestras propias pasiones y advertidos acerca de las trampas del enemigo. Debemos atesorar los buenos consejos (vv.1-3); guardar y cuidar los mandamientos (v.2); practicar y meditar sobre los mandamientos (v.3); asegurar los buenos consejos (v.4); relacionarnos con los sabios (v.4a); asociarnos con los inteligentes (v.4b); apropiarnos de los buenos consejos (v.5); esto evita que caigamos en el pecado (v.5a); y nos señala el camino a seguir (v.5b).
Vv. 6-27. Aquí tenemos la gráfica de los peligros de las lujurias juveniles y de los peligros que asechan al matrimonio. Vivimos en días en que el matrimonio es amenazado por peligros acérrimos. ¿Cómo podemos guardar la santidad de nuestro cuerpo, y la santidad de nuestro hogar, si no sabemos cuáles son los enemigos que atentan contra ellos? La miseria de los hombres que se destruyen a sí mismos empieza descuidando los mandamientos de Dios. Debemos evitar la proximidad del vicio y la tentación. Cuidado con los pecados que son “agradables”, pues son los más peligrosos, porque son los que más fácilmente se ganan el corazón y la endurecen. Aquí encontramos una historia muy instructiva. La persona que narra la historia (Salomón), mira desde su casa por la celosía de la ventana que es el enrejado de listoncillos de madera para que las personas puedan mirar desde adentro sin que lo vean desde afuera (ver Jueces 5:28, el único ejemplo fuera de aquí), y nos habla de un grupo de jóvenes ingenuos de entre los cuales resalta uno en especial. Con habilidad nos va pintando un cuadro de la víctima. Es un joven falto de entendimiento, es decir,  un “simple”, sin ideas formadas del bien y del mal, que corre el peligro de llegar a ser un estúpido o un malvado si se obstina en su ignorancia. Este joven busca el amparo de la oscuridad para salir a buscar la “experiencia” de la vida, el “aprender” por sí mismo lo que es el mundo. El joven va a la etapa de ser hombre pero, evidentemente, rechazando el consejo de sus padres, va adquiriendo un muy mal hábito que le va a costar muy caro. La mujer sale al encuentro del joven, cada uno buscando al otro; allí ella es tan culpable como él; se percibe en el relato que para ella es común  este tipo de salidas; está acostumbrada a “los placeres del pecado” y quiere compartirlo con el joven. Ella se encuentra en cualquier esquina, las conoce todas, y allí espera a cualquier joven incauto que caiga en sus redes. No hay virtud en ella; se viste para seducir (v.10); es atrevida y descarada (v. 13); utiliza palabras zalameras (v. 15); y es muy hábil para seducir (v.21). El joven no percibe el peligro; está yendo “como el buey al matadero” y “como el ave que se apresura a la red”.  Salomón nos advierte acerca de los pasos que conducen a la destrucción: a) No discernir el peligro (v.7); b) Andar por lugares peligrosos (v.8); c) Prestarse para ser tentado (v.10); d) Ceder a las iniciativas de otros (vv. 13-20); e) Entregarse por completo a la destrucción (vv.21-27); y f) Caminar por senderos de muerte (v. 27). La amonestación de la Palabra de Dios es apartarnos de esta senda y no errar siguiendo los pasos de los vicios y la inmoralidad. La advertencia está hecha; ahora depende de nosotros tomarlo muy en cuenta o ceder a nuestros impulsos.-