PROVERBIOS Capítulo 7.
División:
1-5. Invitación a aprender la sabiduría; 6-27. El arte de la seducción y
una solemne advertencia en contra de ella.
Vv.1-5. Esta sección vuelve a recordarnos la enseñanza de los
capítulos anteriores. Los dos temas son las enseñanzas paternales y las
enseñanzas del maestro. Hay que aprender bien las lecciones y aplicarlas a la
vida cotidiana. No sólo se trata de obedecerlos sino de obedecerlos como quien
no puede vivir sin ellos. Los que objetan el caminar cuidadoso y estricto como
innecesario y demasiado estricto no toman en cuenta que la ley debe obedecerse
como la niña del ojo porque,
indudablemente, la ley en el corazón es el ojo del alma; así seremos
resguardados de los efectos fatales de nuestras propias pasiones y advertidos
acerca de las trampas del enemigo. Debemos atesorar los buenos consejos (vv.1-3);
guardar y cuidar los mandamientos (v.2); practicar y meditar sobre los
mandamientos (v.3); asegurar los buenos consejos (v.4);
relacionarnos con los sabios (v.4a); asociarnos con los inteligentes (v.4b);
apropiarnos de los buenos consejos (v.5); esto evita que caigamos en el
pecado (v.5a); y nos señala el camino a seguir (v.5b).
Vv.
6-27. Aquí tenemos la gráfica de los peligros de las lujurias
juveniles y de los peligros que asechan al matrimonio. Vivimos en días en que
el matrimonio es amenazado por peligros acérrimos. ¿Cómo podemos guardar la
santidad de nuestro cuerpo, y la santidad de nuestro hogar, si no sabemos
cuáles son los enemigos que atentan contra ellos? La miseria de los hombres que
se destruyen a sí mismos empieza descuidando los mandamientos de Dios. Debemos
evitar la proximidad del vicio y la tentación. Cuidado con los pecados que son “agradables”, pues son los más peligrosos, porque
son los que más fácilmente se ganan el corazón y la endurecen. Aquí encontramos
una historia muy instructiva. La persona que narra la historia (Salomón),
mira desde su casa por la celosía de la ventana que es el enrejado de
listoncillos de madera para que las personas puedan mirar desde adentro sin que
lo vean desde afuera (ver Jueces
5:28, el único ejemplo fuera de aquí), y nos habla de un grupo de jóvenes
ingenuos de entre los cuales resalta uno en especial. Con habilidad nos va
pintando un cuadro de la víctima. Es un
joven falto de entendimiento, es decir, un “simple”, sin ideas formadas del bien y del mal,
que corre el peligro de llegar a ser un estúpido o un malvado si se obstina en
su ignorancia. Este joven busca el amparo de la oscuridad para salir a buscar
la “experiencia” de la vida, el “aprender” por sí mismo lo que es el mundo. El
joven va a la etapa de ser hombre pero, evidentemente, rechazando el consejo de
sus padres, va adquiriendo un muy mal hábito que le va a costar muy caro. La
mujer sale al encuentro del joven, cada uno buscando al otro; allí ella es tan
culpable como él; se percibe en el relato que para ella es común este tipo de salidas; está
acostumbrada a “los placeres
del pecado” y quiere
compartirlo con el joven. Ella se encuentra en cualquier esquina, las conoce
todas, y allí espera a cualquier joven incauto que caiga en sus redes. No hay
virtud en ella; se viste para seducir (v.10); es atrevida y descarada
(v. 13); utiliza palabras zalameras (v. 15); y es muy hábil para seducir
(v.21). El joven no percibe el peligro; está yendo “como el buey al matadero” y “como el ave que se apresura a la
red”. Salomón nos
advierte acerca de los pasos que conducen a la destrucción: a) No discernir el peligro (v.7);
b) Andar por lugares peligrosos (v.8); c) Prestarse para ser tentado (v.10); d)
Ceder a las iniciativas de otros (vv. 13-20); e) Entregarse por completo a la
destrucción (vv.21-27); y f) Caminar por senderos de muerte (v. 27). La amonestación de la Palabra de
Dios es apartarnos de esta senda y no errar siguiendo los pasos de los vicios y
la inmoralidad. La advertencia está hecha; ahora depende de nosotros tomarlo
muy en cuenta o ceder a nuestros impulsos.-
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