jueves, 10 de mayo de 2012

El pueblo y el Libro





Cuándo el pueblo de Dios se aleja de amar, leer y obedecer la Palabra de Dios, pierden la bendición divina. Si queremos ser como un árbol fructífero, debemos deleitarnos en la Palabra de Dios (Sal. 1:2, 3).
Esto explica por qué Nehemías convocó una "conferencia bíblica" e invitó al escriba Esdras a ser el maestro. Los muros estaban ahora terminados y las puertas estaban colgadas. Las necesidades materiales de la ciudad se habían satisfechos, había llegado ahora el momento de enfocarse en las necesidades espirituales del pueblo que vivía en la ciudad. Los capítulos 8 - 13 del libro recogen ese ministerio espiritual: instrucción del pueblo (cap. 8), confesión de pecado (cap. 9), dedicación de los muros (capítulos 10-12), y purificación del compañerismo (cap. 13).
Es importante notar que Esdras y Nehemías pusieron la Palabra de Dios lo primero en la vida de la ciudad. Lo que ocurrió en Jerusalén a partir de aquel momento en adelante fue una consecuencia de la respuesta del pueblo a las Escrituras. "La tarea principal de la iglesia y del ministerio cristiano es la predicación de la Palabra de Dios, dijo el doctor Martyn Lloyd Jones. Los períodos y eras de decadencia en la historia de la iglesia han sido siempre aquellos tiempos cuando la predicación había declinado.
El Espíritu de Dios usa la Palabra de Dios para purificar y avivar los corazones del pueblo de Dios. Si Dios va a trabajar en y por medio de su pueblo, deben entonces responder positivamente a su Palabra; y este capítulo describe tres respuestas básicas:
1-Entender la Palabra (8:1-8).
2-Regocijarse en la palabra (vs. 9-12).
3-Obedecer la Palabra (vs. 13-18).
Todo el ser de una la persona: mente (entender), corazón (regocijarse), y voluntad (obedecer), debe quedar cautivada por la verdad de Dios.

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