EL AYUNO
Existen
personas que ‘piensan’ que pueden
ganarse el cielo porque “ayunan”, “oran” o porque hacen muchas otras cosas
“piadosas”, pero la realidad es que
tales prácticas de por sí carecen de algún valor para ganar la salvación y el
favor de Dios. Los fariseos del tiempo de Jesús habían desarrollado un
sistema de doctrinas de hombres en las cuales se gloriaban y pensaban que esas
cosas. Esto lo vemos en la ilustración presentada por Jesús entre un
Fariseo y un Publicano que llegaron al templo:
Lucas 18- 9-14: A unos que confiaban en sí mismos como
justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres
subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo,
puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias
porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun
como este publicano; Ayuno dos veces a la
semana, doy
diezmos de todo lo que gano.
La
actitud de este fariseo puede ser parecida a la que pueden tener muchos que “ayunan”. Algunos han pensado que
el ayuno era ‘dos veces’ en el día
sábado dando a entender que posiblemente el hombre no comía ni en la mañana ni
en la tarde, otros piensan que se refiere a “dos ayunos en una semana”, pero sea lo que sea, el punto está en que el hombre
pone su énfasis en la cantidad de veces que ayunaba y pensaba que Dios se
impresionaría con tal práctica le deja claro a Dios que son “dos veces” las que ayunaba; Quizás hacía
más que otros que no ayunaban o solamente lo hacían “una vez”. Ciertamente algunos pueden llegar a pensar que esas
‘obras’ le pueden acumular puntos
ante Dios. Trágicamente aquel fariseo estaba “orgulloso de su
humildad”. Pero el resto de la ilustración nos dice que Dios busca no ‘obras’ de auto confianza personal sino
un corazón humillado que reconoce la bancarrota espiritual y la dependencia de
la ‘gracia’ de Dios para hallar
favor divino:
Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo,
sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro;
porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será
enaltecido
El ayuno en la
Biblia
De acuerdo a la
ley había solamente establecido un día de ayuno al año, el día de la
expiación. Los judíos establecieron días adicionales de ayuno para recordar la
fiesta de ‘purim’ que fue proclamada
por la reina Esther entre los judíos de la dispersión cuando Aman quiso
exterminar la raza judía en el reino persa pero no pudo hacerlo gracias a que
el pueblo se humilló e hizo ayuno por tres días antes que ella entrara a la
presencia del rey Asuero. (Ester 2). Se hacían otros ayunos individuales
por personas piadosas como los profetas u otros que buscaban a Dios. En el
Antiguo Testamento tenemos el caso de los residentes de la ciudad de Nínive
quienes después de recibir el mensaje de Jonás se abstuvieron de alimentos y
bebidas incluyendo animales y los niños. Este fue un acto claro de humillación.
Los discípulos
de los fariseos y los discípulos de Juan el Bautista acostumbraban ayunar “muchas veces” como parte de su vida
religiosa (Marcos 2:18.) En los evangelios encontramos el caso de Ana la mujer
profetisa que estaba en el templo cuando trajeron a Jesús siendo aun
bebé. La Biblia nos dice que ella ayunaba y oraba como “servicio a Dios”. También tenemos
la historia de Cristo mismo cuando después de haber sido bautizado por Juan el
Bautista se fue al desierto y estuvo sin comida por 40 días. Al parecer,
aparte del ayuno del día de la expiación que tanto Cristo como los Judíos
debieron haber seguido, los discípulos de Cristo no ayunaban por lo cual Jesús fue
interrogado (Lucas 5:33).
Propósito del
Ayuno
La razón
principal del ayuno es “humillación”
y “arrepentimiento” (1 Samuel
7:6; 2 Samuel 2:16, 22: Ester 4:16; Joel 2:12-15); otra razón para el ayuno lo
era señal “luto” (Jueces 20:26; 1
Samuel 31:13; 2 Samuel 1:12; Ester 4:3). Aunque el ayuno de por sí no
alcanza la justicia de Dios como bien lo dijo Cristo, aquellos que son
creyentes se benefician del ayuno. Al parecer Cristo no lo abolió sino
que dio instrucciones acerca de cómo se debe ayunar de manera que tal sea
acepto por Dios.
Mateo 6:16-18: Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los
hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que
ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes,
unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino
a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
[en público].
De la misma
manera que habló acerca de la oración, Cristo da principios acerca del ayuno.
Primeramente dice que no se debe hacer ‘hipócritamente’.
El ayuno debe ser asunto entre el que ayuna y Dios, pues el ayuno no es para
buscar el acercamiento al público sino el acercamiento a Dios. Jesús dice
“tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público” lo cual nos deja claro que Dios da recompensa a
los que le buscan con fe de todo corazón (sin hipocresía). El libro de
Hebreos dice “es necesario que el que se
acerca a Dios crea que le hay y que es galardonador de los que le buscan”
(Hebreos 11:6). En cierta ocasión los discípulos de Jesús estaban
tratando de sacar un demonio de una persona y no pudieron, cuando Jesús llegó
les dijo “este género no sale sino con
oración y ayuno” (Marcos 9:29), aunque aquí debemos mencionar que la
palabra "ayuno" en esta
oración no aparece en los manuscritos más antiguos. ¿Quiso decir Cristo que
para sacar demonios hay que dejar de comer? No, pero sí podemos ver que Cristo
dejó claro que para echar fuera demonios hay que depender de Dios y esa
dependencia se consigue acercándose a Él, “en oración y ayuno”, en otras palabras “en ruego y humillación.”
Cuando alguien
ayuna correctamente simplemente está diciendo “No” a los apetitos más
elementales de la vida y dedicando ese tiempo para buscar la presencia de Dios
y hacer bien al prójimo. Esto significa que el ayuno es mucho más que simple “dejar de comer” o “posponer la comida”. El ayuno es un reemplazo: dejas el
alimento para en lugar de eso buscar a Dios y hacer el bien. Ayunar es ‘limitar’ los apetitos de la carne y
utilizar ese tiempo para acercarse a Dios y pedir su guía, Por cierto Dios le
reprochó al pueblo de Israel sus ayunos porque estos no iban acompañados de la
humildad y la buena disposición del corazón necesaria para que Dios se agrade
de ello:
Isaías 58: 1 Clama a voz en cuello, no te detengas;
alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa de
Jacob su pecado. 2 Que me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como
gente que hubiese hecho justicia, y que no hubiese dejado la ley de su Dios; me
piden justos juicios, y quieren acercarse a Dios. 3 ¿Por qué, dicen,
ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por
entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto,
y oprimís a todos vuestros trabajadores. 4 He aquí que para contiendas y debates ayunáis y para herir con el puño
inicuamente; no ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo
alto. 5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su
alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza?
¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?
Aquí
vemos que el ayuno que Dios busca no es una “obra externa” sino una obra interna, una obra que nazca de un corazón
verdaderamente humillado y que reconoce el mandamiento y teme a Dios, le
obedece y ama su prójimo. Dios dice “ese
NO ES el ayuno que yo escogí”. Veamos ahora como es que Dios describe
el ayuno que a Él le agrada:
6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí,
desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir
libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? 7 ¿No es que partas tu pan
con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas
al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? 8 Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación
se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová
será tu retaguardia. 9
Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio
de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad; 10 y si dieres tu pan
al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y
tu oscuridad será como el mediodía. 11 Jehová te pastoreará siempre, y en las
sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de
riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan. 12 Y los tuyos
edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación
levantarás, y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas
para habitar.
En verdad este
es el ayuno verdadero y “escogido por
Dios”. Dios no está diciendo que no hace falta el ayuno literal o
físico pues ya vimos que Cristo mismo enseñó cómo debe hacerse el ayuno que
Dios recompensa pero se puede esperar que nuestro “ayuno” sea aceptable ante Dios si no podemos relacionarnos bien y
tener compasión de nuestros hermanos; Sino compartimos el pan con el
hambriento y si no cubrimos al desnudo y utilizamos nuestra boca para habla
cosas vanas.
Una vez hemos
entendido el verdadero propósito del ayuno debemos también entender que tal
práctica aunque al parecer esperada, es totalmente voluntaria y personal.
Mientras la Biblia nos insta a "orar
sin cesar" y hacerlo cada día, de mañana, tarde y noche, no se nos
dice lo mismo del ayuno.
¿Ascetismo
Cristiano?
El ascetismo
viene de la palabra griega 'askesis'
y tiene que ver con "práctica,
ejercicio o sufrimiento". Es definido como una vida caracterizada por
la abstinencia de placer del mundo. Tales prácticas son en gran parte una forma
equivocada de espiritualidad. Muchas personas ayunan días, meses y
semanas tratando de conseguir una vida más pura y más cercana a Dios.
Piensan que de esta manera pueden provocar a Dios a contestar sus peticiones o
que así pueden vencer el pecado y la ataques de la carne. En la iglesia
primitiva ciertas personas habían infiltrado la creencia que el abstenerse de
alimentos, de tratar duramente el cuerpo lograba mayor espiritualidad.
El Apóstol
Pablo nos deja claro que tales prácticas ascéticas aunque parecen tener cierta
reputación entre los hombres, no son nada más que duro trato al cuerpo lo cual
no sirve de nada para mejorar la vida espiritual de las personas y apagar los
apetitos de la carne. Normalmente lo que ocurre es que las personas que
se tratan en ayunos rigurosos logran cierta medida de engrandecimiento de su
'ego'
Colosenses 2: 20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo,
¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 21 tales como:
No manejes, ni aún toques 22 (en
conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se
destruyen con el uso?.23 Tales cosas
tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en
humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los
apetitos de la carne.
Siendo que en
la Biblia no existe una "doctrina
de ayunos" donde las personas estén obligados (por otros o por ellos
mismos) a ayunar cierta cantidad de tiempo, los ayunos excesos pueden llegar a
caer en este tipo de clasificación: "apariencia de sabiduría, con su
afectada piedad, falsa humildad y severo trato al cuerpo, pero que nada sirven
frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa."
Tiempos de
decisión
Encontramos en
la Biblia que los hombres de Dios “hicieron
ayunos” en momentos claves cuando enfrentaban decisiones o momentos
difíciles donde la respuesta divina era de suma importancia. El rey
Josafat proclamó ayuno a Dios ante el ataque de sus enemigos y Dios le
contestó:
2
Crónicas 20: 1 Pasadas estas cosas, aconteció que los
hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, marcharon contra
Josafat para atacarlo. 2 Y fueron algunos a darle aviso
a Josafat, diciendo: «Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar y
de Siria; ya están en Hazezon-tamar, que es En-gadi». 3 Josafat tuvo miedo y humilló su rostro para consultar
a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. 4
Se congregaron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las
ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová
14 Y
estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de
Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el espíritu de Jehová
en medio de la reunión; 15 y dijo: «Oíd, todo Judá, y vosotros habitantes de
Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: "No temáis ni os
amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la
guerra, sino de Dios.
Daniel oró y
ayunó cuando entendió que le templo del cautiverio estaba llegando a su fin (70
años) en Babilonia. En ayuno pidió a Dios en oración y ruego por
contestación y Dios le respondió (Daniel 9).
"Ayuno en el Nuevo Testamento"
En el Nuevo
Testamento vemos la ocasión cuando el Espíritu Santo guía a los líderes de la
iglesia de Antioquia a que se separen a Pablo y Bernabé para la obra del
ministerio. En Hechos 13 leemos
Hechos
13: 1-3: Había entonces en la iglesia que estaba en
Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba
Níger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el
tetrarca, y Saulo Ministrando estos al Señor y ayunando, dijo el
Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he
llamado». Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y
los despidieron.
Claramente, mientras buscaban a Dios en oración y AYUNO Dios les habló indicando que
Pablo y Bernabé debían salir a predicar el evangelio. Después de haber
recibido el mensaje de Dios, los líderes de la iglesia de Antioquia volvieron a
ayunar y fueron dirigidos a enviar estos dos hombres al campo de la
evangelización. Después de haber salido al campo misionero Pablo practica
el ayuno en su ministerio:
Hechos
14: Y después de anunciar el evangelio a
aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a
Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas
tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ancianos en cada
iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor
en quien habían creído.
Pablo mismo comenta sobre sus prácticas de ayunos
cuando se ve obligado a defender su ministerio a la iglesia de Corintios, una
iglesia que el mismo había levantado y que ahora algunos farsantes cuestionaban
la legitimidad y autoridad de Pablo. El escribe:
2
Corintios 11:27: en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en
hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
Por lo tanto,
podemos concluir que el ayuno cuando es llevado de la manera que a Dios le
agrada, no para acumular “puntos”
con Dios o mostrar a otros nuestra “espiritualidad”
sino como forma de humillación legitima y sincera para demostrar el verdadero
sentimiento del corazón contrito que busca a Dios es una parte importante del
culto a Dios y la vida cristiana. Vemos que en la Biblia se
acompaña el ayuno con las oraciones (no necesariamente las oraciones con los
ayunos) por lo que debemos entender que el ayuno no tiene la misma prominencia
en la Biblia que la oración. Nuestro mandamiento es “orad sin cesar” pero nunca se nos da mandamiento de ayunar.
En la carta a
los Corintios se instruye que los matrimonios se mantengan unidos en el deber
conyugal pero que pueden separarse para dedicarse a la oración:
1
Corintios 7:5: No os neguéis el uno al otro, a no ser por
algún tiempo de mutuo consentimiento, para
ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de
vuestra incontinencia.
Sin
duda alguna, ese tiempo de oración sosegada puede ser aprovechado para hacer “ayunos sinceros” si la persona lo cree
apropiado y también para el estudio de la palabra buscando el rostro de Dios.
Tipos de Ayuno
Algunas
personas han hecho toda una “doctrina de
ayunos” con todo tipo de detalles y por menores que no se mencionan en la
Biblia, pero lo que vemos en la Escritura es que la palabra ayuno significa
literalmente eso “no comer” y se
hacía mayormente por motivos religiosos. Muchos hablan de ayunos
parciales, ayunos de carne, ayunos de frutas, ayunos de jugo, etc. y para no
ser legalistas ni dogmáticos en cuanto a eso podríamos decir que todo eso está
bien siempre y cuando sea hecho para Dios y no para los demás. Después de
todo lo que Dios está mirando no es tanto cuanto comes o dejas de comer sino “la disposición del corazón”.
¿Estamos buscando el favor y aplauso de los hombres como dice Jesús Mateo 6,
estamos confiando en nosotros mismos como el fariseo de la historia de Jesús o
estamos humillándonos ante Dios como él quiere? Algunos piensan que Jesús
ayunó por 40 días fue solamente abstención de alimentos más al parecer no de
agua. El cuerpo humano necesita agua para su funcionamiento y el dejar de
tomar líquidos puede afectar seriamente y permanentemente la salud y hasta
causar la muerte.
Es interesante
notar que la mayoría de los ayunos totales (de agua y alimento) que vemos en la
Biblia eran de un máximo de tres días. Algunos ayunos duraban hasta siete
días pero los que pasan esa cantidad de días eran muy raros. Tenemos la
excepción del ayuno de Jesús por 40 días como mencionamos anteriormente, y
quizás el ayuno de Moisés por 80 días (40 días x 2) cuando subió y volvió a
subir al monte Sinaí a recibir las tablas de la ley. Este es una ayuno
sobrenatural ya que Moisés ni comió ni bebió durante este tiempo (Deuteronomio.
9:9), este sería el ayuno más largo de toda la Biblia. Sin duda la mano
poderosa de Dios estuvo con Moisés durante todo este tiempo sin la cual moriría
inevitablemente. Cuando murió Saúl y Jonatán el pueblo ayunó por siete días,
este era un ayuno de “luto” y “tristeza”. El pueblo Judío ayunó
tres días en el tiempo de Ester. Los habitantes de Nínive ayunaron sin
comida ni bebida (Jonás 3) después de la predicación de Jonás. Pablo
ayunó tres días “sin comida ni bebida”
después de su encuentro con Cristo en el camino a Damasco.
¿Por cuales
cosas los cristianos no debemos ayunar?
En cierta
ocasión Cristo fue interrogado acerca del porqué sus discípulos no ayunaban (Mateo 9:14-17; Marcos 2;
Lucas 5:33-39) a lo que Jesús le contestó:
19
Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con
ellos el esposo? Entre tanto que tienen consigo al esposo, no pueden ayunar. 20
Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos
días ayunarán. 21 Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra
manera, el mismo remiendo nuevo tira de lo viejo, y se hace peor la rotura. 22
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe
los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en
odres nuevos se ha de echar.
El punto que
Cristo quería que ellos entendieran era que el ayuno implica “luto” y “tristeza”. Los que están de fiesta no pueden al mismo tiempo estar
ayunando. El les dice que cuando el esposo está con ellos (están de
bodas) y no hay necesidad de ayunar, pero cuando el esposo “les sea quitado”, refiriéndose a la
muerte de Cristo en la cruz, entonces ayunaran por tristeza. En el
libro de Zacarías 8 leemos:
18
Vino a mí palabra de Jehová de los ejércitos, diciendo: 19 Así ha dicho Jehová
de los ejércitos: El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del
séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa de Judá en gozo y
alegría, y en festivas solemnidades. Amad, pues, la verdad y la paz. 20 Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas
ciudades
Los Judíos habían establecido ciertos
ayunos que recordaban tiempos tristes en la historia de la nación cuando habían
sido llevados cautivos a Babilonia. Mientras estaban en el cautiverio
ellos habían establecido ayunos en el mes quinto, séptimo y décimo. Una
vez de vuelta a la tierra continuaron esta práctica y queriendo saber si debían
o no seguirla enviaron a preguntar al templo. La respuesta no fue “sigan”, ni “paren”, sino que Dios prometió por medio de Zacarías que Él
convertiría esos “ayunos” (luto) en alegría y en festividades
solemnes. ¡Ya no habría más ayunos!
En la respuesta
dada por Jesús se dice que el que está de fiesta no está de luto. Para el
cristiano no está ausente del esposo. Cristo nos dejó la promesa “donde
estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” y
también nos dijo “he aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el
fin”. La iglesia Cristiana está de fiesta y como tal no está de luto.
Dios ¡ha cambiado nuestro lamento en baile!
En el Antiguo
Testamento el día de la expiación (tipo de la muerte de Cristo) se acostumbraba
a hacer ayuno. Sin embargo en 1 Corintios 5: 1-8 Pablo nos escribe acerca
de “nuestra fiesta”.
Limpiaos,
pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois;
porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no
con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con
panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
Nuestro culto y
nuestra vida debe ser una de regocijo y celebración porque nuestra redención ha
sido comprada por Cristo. Pablo es insistente en este punto. El
cristiano debe de vivir una vida de regocijo y alegría en el Señor. Por
eso debemos recordar siempre sus palabras registradas en (Fil. 4:4) que nos dicen “Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez digo ¡Regocijaos!”
Conclusión
En fin,
aunque el ayuno no es 'mandado' en
la Biblia, este puede ser y se espera que sea parte de la vida del cristiano,
pero solamente cuando se hace por las razones correctas y por iniciativa
personal o como parte de la congregación. El utilizar el ayuno como
'prueba' de nuestra mayor
espiritualidad y como forma de 'ganar'
el favor de Dios, es hacer precisamente lo opuesto a lo que el ayuno
representa, a saber, la humildad y sumisión de espíritu. Si lo hacemos de
esta manera, humildemente, el ayuno nos ayuda a someternos a Dios mientras
buscamos Su voluntad en oración y nos aprendemos a controlar el cuerpo y
humillarnos ante su poder procurando Su guía y dirección en algunos momentos
difíciles y para tomar decisiones cruciales en nuestra vida. Si lo
hacemos así, veremos la mano de Dios obrando grande y poderosamente.
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