domingo, 24 de febrero de 2013

ESCUELA DOMINICAL


                                              EPÍSTOLA DE JUDAS (III)

Vv. 17-23. Exhortaciones a los cristianos. V. 17. Judas pasa a exhortar en forma directa a los cristianos para “recordar” las palabras de los ministros del Señor para protegerse de los falsos maestros que, de seguro, aparecerán. V. 18. “En el postrer tiempo”, señala que al final de los tiempos habrá gente que se caracterizará por su falta absoluta de espiritualidad. Burlarse es actuar en forma impía hacia las cosas santas, y los burladores no obedecen a la ley del Espíritu, sino que siguen la ley de las pasiones carnales. V. 19. Judas prosigue la acusación contra los falsos maestros por dos motivos: Causan divisiones y Carecen del Espíritu de Dios. Con ironía acusa a los “sabios” (Gnósticos), quienes se consideraban muy espirituales, de no tener al Espíritu. V.20. La pureza de vida comienza con una sana doctrina, que es “la fe dada una vez a los santos” (v. 3). Las personas verdaderamente espirituales no son las que se consideran justas (v. 19) y viven en forma desenfrenada, sino las que oran en el Espíritu (Los que están llenos del Espíritu de Dios). V. 21. El cristiano está rodeado del amor de Dios quien le provee de lo necesario para su sustento y crecimiento. Nosotros hemos ofrecido nuestras vidas en “sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:1) y, si hemos sacrificado nuestras pasiones y deseos mundanos, no bajemos del altar del sacrificio, ya que si lo hacemos contaminaremos ese sacrificio “santo” y ya no será aceptable para Dios. Quedémonos en el altar para “conservarnos en el amor de Dios”. V. 22. Judas apremia a los cristianos a que respondan a las dudas morales e intelectuales de los que han sido influenciados por los falsos maestros, para integrarlos a la comunión de los santos. V. 23. La actitud cristiana hacia el pecador es la de tener misericordia hacia ellos acompañada de aborrecimiento al pecado. “Arrebatándolos del fuegos” se refiere del fuego del infierno; y eso lo haremos con la predicación del evangelio y un buen testimonio de vida cristiana.
Vv. 24-25. La bendición final. V. 24. La bendición que figura al término de esta breve carta es una de las más expresivas de todo el Nuevo Testamento, comparables con las que encontramos en Romanos 16:25 y 1 Timoteo 6:14-16. En todas las exhortaciones a los creyentes  es vital recordar los recursos infinitos de Dios. Él es el único que puede impedir nuestra caída y preservarnos hasta el final. La frase “presentaros sin mancha” nos hace recordar  a los animales para el sacrificio en el Antiguo Testamento; y, de esa manera, se demuestra su poder salvador en la persona de su Hijo Jesucristo, a quien la iglesia reconoce como “Señor”. V. 25. Es la exclamación final de un alma que por fin ha encontrado a su Señor; que ha llegado a su presencia y “con alegría” (v. 24) pronuncia desde lo más profundo de su ser estas palabras “Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén”.
Judas ha llegado al final de su carta con un grito de júbilo, luego de haber “navegado” en medio de un mar atestado de “piratas de la fe” y llega al fin al puerto deseado, a la ciudad gloriosa, con la bandera en alto, con las palmas en las manos; y luego de haber” peleado la buena batalla”, de haber guardado “la fe dado una vez a los santos”, y así entrega al Señor los frutos de una vida dedicada a defender la sana doctrina. Estas son exhortaciones que haríamos bien en aceptar y ponerlas en práctica.-

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