sábado, 9 de febrero de 2013

ESCUELA DOMINICAL


                                                           LA EPÍSTOLA DE JUDAS (I)
La carta de Judas, última de las cartas “generales” o “universales”, fue escrito por el mismo Judas, hermano de Jacobo, y por ende, medio hermano de Jesús. Fecha probable es la de 66-69 D.C. Está dirigida a todos los creyentes y su intención era resguardarlos contra los falsos maestros que se habían infiltrado en la comunidad cristiana. Estos “maestros” negaban las obligaciones de la santificación personal, enseñaban a vivir una vida pecaminosa y, al mismo tiempo, los halagaban con la esperanza de la vida eterna. Demuestra el vil carácter de estos seductores pronuncia su sentencia. La epístola termina con advertencias, amonestaciones y consejos para los creyentes.
1-4.  Saludo y propósito de la carta. Luego de identificarse como “siervo de Jesucristo”, y saludar en la forma tradicional de aquellos tiempos (misericordia, paz y amor); véase 2 Timoteo 1:2, él afirma con claridad el propósito de la carta, “defender la fe”, recordando nuestra “común salvación”. Esta fe, o conjunto de doctrinas, enseñanzas y mandamientos, tiene un depositario, y son “los santos”, o sea, los creyentes en Cristo Jesús. Judas establece la razón por la cual hace este recordatorio y es porque “hombres impíos” con un ropaje de santidad se habían infiltrados dentro del cuerpo de creyentes, la iglesia. Estos hombres tenían algunas características que lo identificaban: a) Entraron en forma clandestina; b) Hombres impíos, condenados porque no creyeron el mensaje de salvación; c) Negaban a Dios y a su Hijo Jesucristo y, d) Vivían una vida desenfrenada de libertinaje. Estos falsos cristianos querían pervertir desde adentro la santidad de vida de los cristianos y conducirlos a la misma vida de condenación en la cual ellos vivían.
5-16. Aviso contra falsos maestros. Empieza esta sección advirtiendo primeramente a los que se niegan a depositar su fe en el Señor, ya que serán destruidos; y usa la ilustración de Israel en el desierto (v. 5). Otra ilustración que utiliza es la caída de los ángeles rebeldes (v. 6), quienes al tratar de exaltarse a sí mismos se desviaron “no guardaron su dignidad” y “abandonaron su propia morada” Ver Génesis 6:1-4. El orgullo fue la causa de la caída de este número grande de ángeles; no aceptaron el plan de Dios para ellos y se rebelaron. La consecuencia fue que: a) Fueron apresados e inutilizados; b) Fueron puestos en prisiones de oscuridad sin posibilidad de salir de allí (como ejemplo ver Apocalipsis 20:1-2) y, c) Esperando, nada más, el juicio final de Dios.  Por último, Judas cita la historia de Sodoma y Gomorra (v. 7). En toda la Escritura estas ciudades son símbolo del juicio divino y nos habla del final que esperan a los que rechazan los mandamientos y el señorío del Dios. Tanto Sodoma y Gomorra, así como las ciudades vecinas siguieron el mal ejemplo de los ángeles caídos y pervirtieron el orden natural de las relaciones sexuales. Los habitantes de estas ciudades habían “fornicado e ido contra naturaleza” a tal grado que ya no encontraban satisfacción en la forma natural que Dios había dispuesto, igual que los ángeles caídos, y depravaron su cuerpo al extremo que el Señor dispuso la destrucción total de estas ciudades. El término “sodomizar” es un triste legado que nos dejaron y significa mantener relaciones sexuales por el vaso indebido y se refiere en líneas generales al homosexualismo. Ver Romanos 1:25-32.

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