LIBRO DE DANIEL (III)
Capítulo 2: Nabucodonosor tuvo un sueño alarmante y su espíritu se perturbó (V. 1). El rey mandó llamar a todos los
entendidos de su reino (Magos,
encantadores, astrólogos, caldeos) pero no a Daniel. Los magos eran los que empleaban las
ciencias ocultas, los encantadores acudían a artes ocultistas mezclado con el
exorcismo, los astrólogos pretendían adivinar los sucesos futuros por medio de
la observación de los astros y los caldeos eran los sabios, una casta de
adivinadores que practicaban la magia y sabiduría esotérica. Nabucodonosor nada
más les dijo que había tenido un sueño que lo perturbaba mucho; ningún otro
dato. El problema era que Nabucodonosor quería una explicación de una obra sobrenatural
de Dios por parte de personas que no conocían a Dios. Nota: A partir del versículo 4 hasta el final del
capítulo 7 el libro está escrito en arameo. Estos sabios empleaban libros de
sueños ya conocidos que contenían
diferentes tipos de sueños con su respectiva explicación. Al conocer el sueño
del rey buscarían en su manual de los sueños uno semejante y su posible
interpretación. Para su sorpresa, en vez
de contarles el contenido del sueño, el rey solamente les dijo que tuvo un
sueño, y que si no les daban a conocer tanto el sueño como su interpretación
iban a ser ejecutados, “seréis hechos
pedazos” (se
refiere a la desmembración del cuerpo, una forma de castigo común entre los
pueblos antiguos, particularmente entre los asirios) y no solo eso sino
que sus familias sufrirían el mismo fin. Nabucodonosor ya había dictaminado
sobre el tema; o le decían el contenido del sueño (que le garantizaba al rey que serían
capaces de dar la interpretación de la misma), o morían junto a sus familias. El rey
prometía dar a quien le interpretaba correctamente bienes materiales “dones y favores”; pero además, les ofrece “gran honra”, es decir, colocarlos en una
posición elevada dentro del reino. En los versículos 5-9, hubo un desesperado tira y afloje de
estos sabios con el rey, pero éste no cedió. La sentencia había sido dictada sin
importar el reclamo de estos hombres de que ningún rey había pecho pedido
semejante y a pesar del reconocimiento sincero de estos escogidos sabios de
Babilonia de que “No hay hombre
sobre la tierra que pueda declarar el asunto al rey” (V. 10) porque escapa a la capacidad humana (V. 11). La muerte caería sobre todos, todos eran unos
incompetentes; para el rey todos habían fallado y morirían, salvo que… ¡Aparezca un enviado celestial que los salve, y…apareció!; ese enviado divino era Daniel. Daniel
respondió con prudencia y discreción a Arioc,
(Nombre babilónico antiguo, ver Génesis 14:1, y significa “siervo de Aku” dios
lunar), capitán de la guardia del rey, la persona encargada de matar a
todos los sabios. Oficialmente era el que se encargaba de matar los animales
para la comida de la corte. Su título es el mismo que se usa para el siervo de
Potifar en Egipto en la época de José (Génesis 37:36; 39:1). Daniel mantuvo la compostura bajo
presión, y averiguó la causa del decreto tan severo de parte del rey. Daniel
pidió al rey tiempo para poder declararle la interpretación del sueño (V. 16). Evidentemente, Daniel tuvo plena
confianza en Dios y seguridad de que Dios le haría conocer (le revelaría) el sueño y su
interpretación. Daniel buscó inmediatamente a sus amigos y les solicitó ayuda a
fin de implorar misericordia al Dios de los cielos sobre el asunto (V.18). En otras palabras, él utilizó todos
los recursos espirituales a su alcance. Entonces el misterio le fue revelado a
Daniel en una visión de noche (V.19).
Ver Génesis
46:2, donde Dios
habló a Jacob en “visiones de noche”, y también Job 33:15, donde Job supo también que Dios “Habla por sueños, en visión nocturna”. Lo que para los sabios era un
misterio escondido, le fue revelado a Daniel.
Daniel vio lo que Nabucodonosor había visto y pudo comprender su
significado. Dios estaba obrando.-
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