EL DON DE
AYUDAR
El Don de ayudar se considera generalmente como el mismo Don
de ministrar (Romanos
12:7). El don de ayuda es la capacidad dada por el Espíritu Santo
para servir a la iglesia en cualquier asunto, generalmente temporal, aunque a
veces está en la esfera de lo espiritual. Un ejemplo en este don puede ser
visto durante el desarrollo de la iglesia primitiva. Los griegos se quejaban de
los hebreos porque sus viudas eran descuidadas en la distribución diaria de
provisiones; el diablo estaba atacando por dos puntos a la comunidad de
creyentes. Creando disensión y, más grave aún, haciendo que los apóstoles se
apartaran del ministerio divinamente señalado para dedicarse a tareas
materiales. Pero con discernimiento divino, los doce resistieron la tentación,
afirmando que sería un error que ellos descuidaran la Palabra para atender esas
necesidades (Hechos
6:2). Resolvieron el problema eligiendo a siete personas de
capacidad espiritual que pudieran tomar en sus manos la distribución de la
ayuda. El don de ayuda no se manifestó en el hecho de que atendieran las mesas,
aunque incluía eso, sino liberar a los apóstoles de esa actividad a fin de que
pudieran dedicarse con más intensidad a la Palabra de Dios y la oración. La
distribución del alimento era un factor incidental. La esencia del don es que
sea de ayuda temporal; ya sea atendiendo a las mesas o en cualquier otra forma
para dar oportunidad a un obrero cristiano de dedicar más tiempo a su
ministerio espiritual.
El Diácono ejerciendo su Oficio debe ser el ejemplo
sobresaliente de cómo aliviar el trabajo a los Pastores o ministros de la
Palabra, pero también cualquier creyente que tenga el don puede ayudar para dar
más libertad a los Pastores en el ejercicio de su ministerio. Este don no es
para ayudar a los pobres, a los enfermos, a los ancianos a los huérfanos y a
las viudas (que corresponde al que tiene el don de la misericordia), sino
liberar a los obreros a fin de que desempeñen sus ministerios espirituales y de
este modo fortalecer y edificar el cuerpo de Cristo. El don de ayuda hace que
un ministerio sea próspero. Veamos algunos ejemplos bíblicos. En su primer
viaje misionero Pablo y Bernabé tuvieron a Juan Marcos como ayudante (Hechos 13:5);
Lucas habla de Timoteo y Erasto que ayudaban a Pablo (Hechos 19:22); Pablo también se
refiere a Epafrodito como “administrador
de sus necesidades” (Filipenses 2:25); otros ejemplos. (Romanos 16:1-3- 1
Corintios 16:15- Colosenses 4:7). Un ejemplo especial es Lucas, el
médico amado; debió ser valiosa su ayuda, especialmente en los tiempos de
apaleamientos, apedreos y otras privaciones. Entre los dones encontramos dos
clases específicas: el de hablar y el de servir. El primero de los dones de
servicio es el de ayuda. Recuerden que el don de ministrar es el don de prestar
ayuda. Muchos creyentes que carecen del don de hablar tienen el don de servir. El
don de ayuda tiene el significado de dar una mano, de asistir. En Lucas 10:40,
Marta exasperada usa la misma expresión: ¿No
te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile pues que me ayude”
Ayudar significa literalmente “Tomar
lugar junto a otro”. En 2 Corintios 1:11, Pablo pedía a los
corintios “Cooperando también a favor
nuestro con la oración”.
Jamás se podrá medir de este lado de la eternidad cuánta
bendición ha provenido del ministerio de los Pastores y Misioneros como
resultado de la ayuda y de la oración de parte de los santos, que a veces son
creyentes que están obligados a estar en cama, insignificantes en apariencia,
sin educación o pobres, que en la quietud de sus habitaciones permanecieron
fieles en la oración por sus Ministros.-
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