jueves, 21 de marzo de 2013

¿QUIÉN DEBE ADMINISTRAR LAS ORDENANZAS?


                            ¿QUIÉN PUEDE ADMINISTRAR LAS ORDENANZAS?

¿Quién Está Bíblicamente Autorizado Para Administrar Los Sacramentos u Ordenanzas? 
Para poder responder apropiadamente a esta pregunta es importante entender claramente que es la Iglesia de Cristo y que significan los sacramentos según la fe Bíblica Cristiana.  En primer lugar, la iglesia de Cristo es mucho más que un grupo de gente que cree lo mismo y piensa igual. La iglesia es una institución establecida por Dios mismo y que tiene a Cristo como su cabeza.  Esto significa que es una organización que tiene orden y gobierno así como responsabilidades, derechos y privilegios.
Dios ha establecido un orden muy claro para el funcionamiento apropiado de la iglesia visible y por eso debemos de entender cuál es ese orden.  En el libro de Hechos, en Efesios así como en Timoteo y Tito encontramos este orden establecido por Dios por medio de Oficios especiales las cuales tienen su función y responsabilidad para el buen funcionamiento de la Iglesia.  En Efesios leemos que Dios estableció Apóstoles, Profetas, Evangelistas y Pastores Maestros para la edificación de los santos.  Estos oficios tienen cada uno una tarea especial la cual debe ser llevada a cabo.  Por ejemplo, los Apóstoles y Profetas existieron en el ‘comienzo’ de la iglesia para establecer firmemente sus doctrinas fundamentales y dejar bien delineadas las bases de nuestra fe.  Es por eso que la Biblia dice que la Iglesia ha de ser edificada sobre “el fundamento de los Apóstoles y Profetas” (Efesios 3).  Pablo dice que una vez el fundamento ha sido puesto, cosa en la que él trabajó arduamente, lo que queda entonces es ‘edificar’ sobre ese fundamento (1 Corintios 3)  Eso significa que aunque la tarea de los "Apóstoles y Profetas" quedó atrás, totalmente cumplida con el establecimiento de las doctrinas cardinales de la fe Cristiana, lo que queda es que se edifique los miembros de la iglesia sobre esas doctrinas ya establecidas tal como las encontramos en la Biblia.  Por esa razón los oficios de evangelistas y pastores-maestros (Hechos 20:28; 21:8; 1 Timoteo. 3:1ss; Tito  1:7ss.) siguen con esa tarea.  Estos oficios trabajan en conjunto en la iglesia local.  El evangelista, el cual puede ser el mismo pastor de la congregación, u otro hermano debidamente ‘llamado y enviado’ (Hechos 13:1-2),  con la autorización de la iglesia local y sus líderes, se da a la tarea de propagar el evangelio para ganar almas para Cristo y los educan y pastorean para su crecimiento espiritual, emocional y físico (1 Pedro.5:2) sobre la base bíblica ya expuesta por los Apóstoles y Profetas del pasado.
Para continuar la tarea de ‘edificación’ en la iglesia se ha establecido el oficio de Pastor o Pastores (Ancianos, Obispos o Presbíteros) quienes que se dedican a la tarea de ‘pastorear y enseñar’ así como la de ‘gobernar’ la iglesia .Los hermanos que tienen estos oficios de liderazgo en la iglesia deben ser solamente aquellos varones más altamente calificados para ello de acuerdo a lo establecido en la Escritura y con la aprobación de los miembros de la iglesia local.  Los líderes tienen por lo tanto autoridad de gobierno en la iglesia para dirigirla de la manera bíblica para la extensión del evangelio y el fortalecimiento de sus miembros (1 Timoteo 5:17).  Este ‘gobierno’ incluye no solamente la dirección didáctica y organizativa sino también la aplicación de ‘disciplina’ conforme sea necesario.  Los líderes de la iglesia, junto a la congregación, tienen la autoridad de ‘recibir’, ‘disciplinar’ o ‘rechazar’ (expulsar) miembros de la congregación aplicando los principios bíblicos pertinentes. (Mateo.16:19; 18:18)
En Segundo lugar debemos entender el significado de las ordenanzas.  La iglesia Cristiana cuenta con dos ordenanzas, el bautismo en agua y la cena del Señor.  Primeramente, el bautismo en agua es mucho más que una ‘muestra’ pública de ‘aceptar a Cristo’.  El bautismo es una ceremonia solemne que simboliza la salvación (Mateo 28:19) y por eso está  tan ligado a la profesión de fe (Marcos 16:16).  Por medio del bautismo se ‘recibe’ a un nuevo miembro a la comunión de los santos y al cuerpo visible de Cristo (1 Corintios 12:13).  Esta recepción de nuevos convertidos por medio del bautismo les hace parte del cuerpo visible de Cristo que es la iglesia local (Hechos 2:41; 16:14-15).  Pero no solamente es una recepción al cuerpo de creyentes visible sino que también es una señal de pertenencia al Nuevo Pacto (Colosenses 2).   Esto indica que el bautismo puede llegar a ser tanto una bendición como una maldición para quienes lo reciben. Al ser miembro del pueblo del pacto de Dios, el nuevo miembro ha de recibir las bendiciones que conllevan la obediencia a los mandamientos divinos y por el cumplimiento de su responsabilidad como tal.  Por otro lado, la desobediencia y quebrantamiento de los mandamientos divinos pueden traer sobre el que ha sido bautizado el castigo divino lo cual puede ser la disciplina temporal, la separación de la protección del cuerpo de creyentes siendo expuesto a los ataques de Satanás o puede aun llegar a incluir la misma muerte física o la muerte eterna del desobediente.
La Cena del Señor es también una ceremonia solemne que tiene significados muchos más allá que un simple memorial o recordatorio.  La muerte de Cristo es conmemorada en cada ceremonia de Santa Cena.  La futura venida de Cristo y nuestra esperanza de resurrección y vida eterna son también puestas en perspectiva cuando se come la Cena del Señor.  Además, las bendiciones de ser miembros del pacto de Dios son puestas en alta relevancia cuando se participa de la misma. (1 Corintios 11:23-32)
La Biblia nos indica de la seriedad que toma este acto cuando se participa del mismo  impropiamente sin discernir el cuerpo y la sangre de Cristo.  Hay pena de castigo, enfermedad y muerte para aquellos que comen indignamente la cena del Señor.  Esto nos ‘confirma’ que hay gracia, perdón, salud, vida y bendiciones físicas y espirituales asociadas con el buen uso de este mandamiento cuando recordamos la muerte de Cristo por nosotros.  El Apóstol Pablo nos indica que la iglesia tiene autoridad para ‘limitar’ a alguien la participación en la Cena del Señor si esa persona tiene una vida de constante pecado sin arrepentimiento visible.
Por lo tanto, la administración de las Ordenanzas del Bautismo y La Cena del Señor son parte integral del gobierno de la iglesia.  Es la tarea del ministro ordenado (o pastor principal) de cada congregación bautizar (recibir) nuevos miembros o dar la comunión (confirmar) a los miembros de la iglesia.  El pastor o los ancianos como líderes llamados por Dios y ordenados a sus puestos como representantes autorizados con el pleno consentimiento de la congregación están llamados a la tarea de administrar los sacramentos.  Estos pueden pedir la ayuda a los diáconos para tales oficios, pero un miembro en una congregación no puede tomarse sobre sí la libertad de administrar a otros la Santa Cena, ni tomarla por sí solo ni tampoco puede administrar bautizos a los recién convertidos, aun cuando estos hayan sido convertidos bajo su predicación o testimonio, sin la debida supervisión y autorización del pastor y los líderes de la iglesia.  Él hacerlo es un acto de insubordinación y como tal debe ser atendido por los líderes de la iglesia y la debida instrucción, amonestación y/ o disciplina aplicada a tal persona.



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