domingo, 17 de marzo de 2013

ESCUELA DOMINICAL

                                                         LIBRO DE DANIEL (II)
Gracias a la fidelidad de los jóvenes, el Señor les dio conocimiento y habilidad en toda clase de escritura y sabiduría (v. 17); y de esa manera, pudieron discernir entre lo bueno y lo malo, entre la verdad y el error. Hay un contraste entre los cuatro jóvenes y Daniel. Aunque todos progresaron, Daniel, ayudado de una manera especial por el Señor, pudo aprovechar mejor que los otros el adiestramiento. Su entendimiento en toda clase de visiones y sueños, le capacitó para el futuro servicio a Nabucodonosor,  a Belsasar y sobre todo a Dios. La palabra “Visión” se usa como sinónimo del término “Revelación” (Ver Isaías 1:1). En Babilonia, la revelación verdadera no era conocida por los magos y adivinos.
En el tiempo de Daniel había grupos de personas que practicaban diferentes tipos de espiritismo. Había magos (1:20), encantadores (2:2), caldeos (2:2; 4:7), sabios, (2:27), y adivinos (4:7). Babilonia era un país en el cual se practicaban hechizos y encantamientos (Isaías 47:9-13). Los babilonios pasaban mucho tiempo consultando a los espiritistas para aplacar a los demonios, interpretar sueños, adivinar el futuro, buscar la protección contra los espíritus inmundos, contra los hechizos y las brujerías. En el libro de Daniel nos damos cuenta de que estos sabios y adivinos no tenían el poder para decirle a Nabucodonosor que había soñado y mucho menos interpretarlo. En el capítulo 47 de Isaías encontramos el juicio sobre Babilonia sobre su hechicería.
El plazo de tres años había concluido (V. 18) y con esto llegaba la oportunidad para los jóvenes de demostrar lo que Dios había hecho. Daniel y sus amigos, junto con otros jóvenes, fueron llevados delante del rey. En el examen se notó una diferencia. De entre todos, se destacaron Daniel y sus tres compañeros tanto en apariencia física como en capacidad mental. Aunque no se mencionan los asuntos tratados en aquél examen personal, es fácil suponer que el rey estaba interesado en saber la capacidad de aquellos jóvenes en comunicarse en los distintos idiomas del Oriente Medio, sus conocimientos de la cultura y la religión de los babilonios, pero sobre todo, la habilidad de desenvolverse en situaciones difíciles. El resultado de aquella prueba, cualquiera que fuese su naturaleza, es que Daniel y sus compañeros se destacaron por encima de todos los demás, y, consecuentemente, fueron seleccionados para servir en el palacio real.
El rey, por su examen personal, seleccionó para atenderlo a él a los mismos individuos que la Providencia de Dios ya había distinguido con dones especiales. Nótese que se les designa con sus nombres hebreos, no babilónicos, y la razón es que, los datos contenidos en el libro fueron preservados por Israel, no por archivos babilónicos.
Después que los jóvenes experimentaran la fidelidad de Dios en su adiestramiento, el servicio al rey les ofreció una oportunidad aún más grande para glorificarlo. La Sabiduría (V. 20) se refiere al conocimiento objetivo, o ciencia, y El Entendimiento (V. 20) quiere decir poderes de discernimiento y perspicacia que permiten a la mente humana hacer las distinciones más acertadas, llegando así a una certeza del conocimiento. En comparación con los magos y encantadores (V. 20) babilónicos, Daniel, Ananías, Misael y Azarías fueron encontrados diez veces mejores. Los magos conocían de las artes ocultas en general; sin embargo, el conocimiento dado por Dios era y es infinitamente superior. 

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