domingo, 30 de diciembre de 2012

ESCUELA DOMINICAL


                                                            PROVERBIOS Capítulo 28.
EL QUE ENCUBRE SUS PECADOS NO PROSPERARÁ. V.1. Se contrapone la actitud asustadiza del impío con la actitud confiada, como un león, del justo. El temor esclaviza las acciones del impío. V. 2. Aquí se expresa una realidad política. Las injusticias de los gobiernos y las inmoralidades de los pueblos producen las rebeliones; se levantan los gobiernos provisionales y los gobiernos múltiples, todos proclamándose legítimos. Así el pueblo se divide y sufre. Todo lo contrario sucede cuando un justo gobierna al pueblo. V. 3. Cuando un pobre llega a un puesto de autoridad y desde allí oprime a los más pobres e insignificantes, es como la lluvia destructiva que daña la tierra, eliminando la cosecha. V. 4. Los que le dan la espalda a Dios y a su Palabra, pierden el discernimiento correcto de las cosas, y así,  a lo malo dicen bueno, y a lo bueno dicen malo. Sólo Dios puede declarar lo que es en verdad Bueno y justo. V. 5. Los impíos son ignorantes absolutos, pero los justos tienen la sabiduría del Señor. V. 6. La calidad moral es superior a las posesiones. El íntegro es alguien que tiene madurez espiritual y moral; algo que no se consigue con dinero, y mucho menos con dinero sucio. V. 7. El guardar la Palabra de Dios nos hace prudentes para no andar en compañías de los que cometen excesos, quienes, aún en el comer, se descontrolan sin ton ni son. V. 8. El Señor se encargará de empobrecer al que se aprovecha de la necesidad de su prójimo; y de esa manera, otorgará sus bienes a los desamparados. V. 9. El que no quiere saber nada de la Palabra de Dios, no quiere saber nada de Él; eso produce un rechazo en el Señor que no se detiene a escuchar el clamor de tales personas. V. 10. El éxito de los impíos es su propia miseria; la trampa preparada para el justo causará daño al hacedor de maldad. V. 11. Los ricos son tan adulados que se creen superiores a los demás; mejor es escudriñarlo todo y así hacerse sabio que declararse sabio uno mismo. V. 12. Cuando los impíos triunfan se regocijan a solas, mientras que la victoria de los justos es un triunfo para el pueblo entero. V. 13. El que peca, lucha para ocultar su pecado; tal actitud no prospera, no tiene futuro. A la confesión se requiere el abandono del pecado para obtener la misericordia del Señor. V. 14. El temor reverente y sano parte de un corazón que busca agradar a Dios; lo opuesto es rechazar los caminos de Dios, ignorando sus mandamientos; eso es endurecer el corazón. Hay una advertencia para quienes rechazan este consejo: Caerán en el mal. V. 15-16. Estos versículos apuntan a dos abusos de los gobernantes. En primer lugar, empobrecer al pueblo hasta padecer hambre. En segundo lugar, aumentar la corrupción en el pueblo. Con tales manejos, los gobernantes acortan los días de su gobierno. V. 17. La ley de la justicia demanda la recompensa o pago moral. Quienes no se arrepienten de su mal andar y no procuran cambiar, van rápido y derechito a la tumba. V. 18. La rectitud dará a los hombres una santa seguridad, aún en los peores momentos, pero el falso y deshonesto nunca está seguro. V. 19. Trabaja y come, sé perezoso y sufre. Tal parece ser la afirmación del proverbista. V. 20. Las riquezas obtenidas en forma rápida, muchas veces son producto de la opresión de los pobres, el robo  o la cobranza de intereses de usura. Tales riquezas son desaprobadas por el Señor, no quedará impune. Es inevitable la justicia divina. V. 21. El juicio es pervertido cuando se considera todo menos el derecho del acusado. V. 22. El que se apresura a ser rico nunca piensa seriamente en la posibilidad de perderlo todo nuevamente. V. 23. Se subraya la superioridad de la reprensión sobre la lisonja o la adulación. “Bien te quiere quien te aporrea”. V. 24. Robar a los padres, despilfarrar sus bienes o endeudarse a costa de ellos, eso es maldad. V. 25. El hombre orgulloso o codicioso genera conflictos, apartarse de los tales es bueno. Dios da confianza. V. 26. Aquí  se hace un contraste entre la autoconfianza de los necios  y la confianza del justo que viene a través de la sabiduría. V. 27. Hay hombres que son tan pobres que lo único que poseen es dinero; en su corazón no hay cabida para la compasión; es una lástima. V. 28. Un pueblo no puede prosperar cuando los impíos tienen el poder. Cuando se pone el poder en manos de los malos, los hombres sabios declinan el oficio público; así el pueblo es privado de la sabiduría y va camino a la corrupción y la destrucción.-

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