domingo, 16 de diciembre de 2012

LA OBRA DE LA CREACIÓN


                                        LA OBRA DE LA CREACIÓN
La creación es aquella obra del trino Dios por medio del cual creó de lo no existente las cosas que existen, tanto materiales como espirituales. Aparte de los dos primeros capítulos del Génesis hay claras referencias a la creación en cada sección de las Escrituras. Los Salmos (90:2; 102:25), los profetas (Isaías 40:26…; Jeremías 10:12…; Amós 4:13, Etc.); el Apocalipsis (4.11; 10:6). Nehemías expresa el inequívoco testimonio de la Biblia: “Tú sólo eres Jehová;  Tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran.” Es de notar que la Biblia considera que cada persona de la Divinidad ha estado activa en la creación: El Padre (1 Corintios 8:6); El Hijo (Juan 1:3); El Espíritu Santo (Génesis 1:2; Isaías 40:12-13…; Job 33:4); en consecuencia, la creación es una verdad divinamente revelada y por ello un artículo de fe (Hebreos 11:3). Dios creó el universo físico y espiritual “de la nada” (en latín: ex nihilo). Hay una importante analogía de la creación “ex nihilo” en la redención (2 Corintios 4:6). La nueva vida en el Espíritu no es un trabajo de reparación sino la creación de un ser radicalmente nuevo (2 Corintios 5:17). El concepto bíblico de Dios como creador incluye su continua e ininterrumpida sustentación y renovación del mundo. Esta actividad creadora continua se puede ilustrar por la forma en que la Biblia se refiere a los que nosotros llamamos “orden natural”. Las estrellas y las constelaciones (Job 38:31-33; Isaías 40:26; Hechos 14:17), los cambios en el clima (Job 38; Mateo 5:45) el ciclo de vida de la criatura más insignificante (Job 39; Mateo 6:28-30), todo el ciclo de vida del hombre (Salmo 104:27-29, 36), están directamente referidos a la obra de Dios, como también lo están las habilidades humanas, como la agricultura (Isaías 28:24…), la metalistería (Isaías 54:16), y otros oficios (Éxodo 31:2-5), sin excluir el “arte” de la guerra (Salmo 144:1). Dicho de otra manera, Dios ha creado el universo de la nada y, por lo tanto, en cada momento “cuelga” suspendido, por así decirlo, sobre el abismo de la no existencia. Si Dios llegara a retirar su Palabra sustentadora, entonces todo ser, espiritual o material, instantáneamente caería en la nada nuevamente y dejaría de existir. La continuidad del universo de un momento al siguiente, es pues, un milagro tan grande y una obra tan completa de Dios como lo fue la creación al principio. En este sentido profundo todos vivimos en cada instante sólo por la gracia de Dios.
La creación del mundo espiritual: La obra creadora de Dios no está limitada al universo físico observable, sino que se extiende a la creación de un mundo espiritual (salmo 148:2,5; Colosenses 1:16). En las Escrituras no se afirma el momento de su creación, pero Génesis 1 y 2 pueden implicar que fue creado al mismo tiempo que el universo físico (Génesis 1:1; 2:1), aunque hay que notar lo que dice Job 38:4-7. Los seres que habitan este mundo espiritual se describen de diversas maneras: ángeles, espíritus, demonios, querubines, serafines,  hijos de Dios, principados, potestades, tronos, dominios (Isaías 6.2…; Romanos 8:38; Efesios 6:12…). Hay tres  que están identificados: Gabriel, Miguel y Satanás (Daniel 12:1; Apocalipsis 12:7; Job 1:6). No tienen cuerpos materiales (Hebreos 1:7), y generalmente son citados como muy numerosos (Deuteronomio 33:2; Salmo 68:17; Mateo 26:53; Marcos 5:13; Apocalipsis 5:11). Entre sus funciones está  la adoración a Dios (Isaías 6; Apocalipsis 4), la ejecución de la voluntad de Dios (Salmo 103:20), y el servicio “a favor de los que serán herederos de la salvación” (Hebreos 1:14). Están particularmente relacionados con el ministerio y la misión de Jesús (Mateo 1:20; 4:11; 28:2; Juan 20:12; Hechos 1:10…). Debemos como cristianos conocer lo que dicen las Escrituras con respecto a los ángeles, y el equilibrio de las Escrituras, tiene que ser, además, determinante para nuestra consideración de los ángeles malos (Génesis 1:31; 2 Pedro 2:4). Parece claro que no fueron creados malos, considerando estos versículos, como en el caso de la humanidad, su caída se debió al orgullo (Judas 6). Satanás (el  adversario”) a menudo se menciona como la cabeza de las fuerzas del mal (Mateo 25:41; Juan 8:44; 2 Corintios 11:14…; 1 Juan 3:8; Apocalipsis 12:9). Las Escrituras lo pintan como “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4), que está activamente resistiendo a Dios y su gobierno del mundo. Cristo venció a Satanás y al orden demoníaco mediante su obra de expiación (Juan 12:31; Colosenses 2:15; Hebreos 2:14), y su victoria será definitivamente actualizada a su regreso (2 Tesalonicenses 2:8…; Apocalipsis 20:10).-

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