EL DON
DE PASTOREAR
La palabra Pastor,
en el sentido ministerial, ocurre solamente una vez en el Nuevo Testamento (Efesios 4:11); allí la palabra Pastor
se refiere a un oficio en la iglesia, usualmente considerado sinónimo del de
Obispo y Anciano. Sin embargo, aunque cualquier persona llamada divinamente al
oficio de Pastor, necesariamente recibirá del Espíritu Santo la capacidad y el
don para pastorear, no todos los que
tienen el don de pastorear han sido llamados al oficio de Pastor. Uno puede
tener el don de pastorear sin ser Pastor. Por otra parte, la palabra griega que
se traduce como Pastor, aparece muchas veces, y con frecuencia hace referencia
a l Señor Jesucristo (Juan 10:11,14;
Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25, 5:4). El título de Príncipe de los Pastores infiere la existencia de pastores
subordinados. Muchos creyentes que no han sido llamados al oficio de Pastor han
recibido el don de Pastorear. Existen por lo menos tres aspectos que considerar
en los creyentes que tienen este don. Ellos están preparados para:
1. Guiar. (Isaías
40:11, Salmo 23:1-3).
2. Alimentar. En forma personal
(Juan 21:16); en forma corporal (como iglesia), (Hechos 20:28); a los Ancianos (1 Pedro 5:1-2). La palabra Pastor y
Apacentar tienen la misma raíz; literalmente el Pastor es el que apacienta
(alimenta) al rebaño con sabiduría y con el conocimiento que le provee el Señor
(Jeremías 3:15).
3. Guardar. (1 Samuel 17:34-36). Pablo exhortó, en Mileto, a los Ancianos de
Éfeso a guardar el rebaño del Señor porque él sabía que vendrían falsos
maestros para atacarlos sin misericordia (Hechos 20:28-29).
Es completamente imposible que un Pastor pueda vigilar con
ojo atento a toda la iglesia a fin de que no comiencen a descarriarse, ni
tampoco debe ser así. Surge en ese caso la necesidad del Don de Pastorear en la
congregación a fin de que “podáis
amonestaros los unos a los otros” (Romanos
15:14). Cuando alguien del rebaño desobedece el mandato de Dios, son los
santos (no el Pastor) los que tienen que amonestarle como a un hermano (2 Tesalonicenses 3:14-15).
Los maestros de la escuela dominical y los consejeros de
Jóvenes tienen amplia oportunidad de utilizar el don de Pastorear. Los jóvenes
característicamente suelen volverse hacia alguna persona mayor en busca de
consejo en lugar de hacerlo con sus propios padres.
Las mujeres maduras de la congregación pueden pastorear a
las recién casadas en sus situaciones domésticas y problemas familiares. Pablo
exhortaba a las mujeres mayores a que “sean
reverentes en su porte…que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus hijos y a
sus maridos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a
sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:3-5). No es sorprendente que un
efecto importante del don de pastorear sea ayudar a los demás a descubrir sus
dones y luego guiarlos en ciertos canales de servicio; quizás muchos cristianos
poseen el don pastoral y no lo saben. Si más cristianos pudieran orientar,
alimentar y proteger a sus hermanos no habría necesidad de que el Pastor
tuviera que dedicar tanto tiempo en aconsejar; no solamente aliviaría mucha
tensión y lágrimas al Pastor, sino que se lograría hacer frente a muchas
necesidades que de otra manera pasarían inadvertidas. Para el análisis ver Salmo 23.
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