lunes, 14 de enero de 2013

LOS DONES ESPIRITUALES (IV) EL DON DE PASTOREAR


                                        EL DON DE PASTOREAR

La palabra Pastor, en el sentido ministerial, ocurre solamente una vez en el Nuevo Testamento (Efesios 4:11); allí la palabra Pastor se refiere a un oficio en la iglesia, usualmente considerado sinónimo del de Obispo y Anciano. Sin embargo, aunque cualquier persona llamada divinamente al oficio de Pastor, necesariamente recibirá del Espíritu Santo la capacidad y el don  para pastorear, no todos los que tienen el don de pastorear han sido llamados al oficio de Pastor. Uno puede tener el don de pastorear sin ser Pastor. Por otra parte, la palabra griega que se traduce como Pastor, aparece muchas veces, y con frecuencia hace referencia a l Señor Jesucristo (Juan 10:11,14; Hebreos 13:20; 1 Pedro 2:25, 5:4). El título de Príncipe de los Pastores infiere la existencia de pastores subordinados. Muchos creyentes que no han sido llamados al oficio de Pastor han recibido el don de Pastorear. Existen por lo menos tres aspectos que considerar en los creyentes que tienen este don. Ellos están preparados para:
1.       Guiar.  (Isaías 40:11, Salmo 23:1-3).
2.       Alimentar. En forma personal  (Juan 21:16); en forma corporal (como iglesia), (Hechos 20:28); a los Ancianos (1 Pedro 5:1-2). La palabra Pastor y Apacentar tienen la misma raíz; literalmente el Pastor es el que apacienta (alimenta) al rebaño con sabiduría y con el conocimiento que le provee el Señor (Jeremías 3:15).
3.       Guardar. (1 Samuel 17:34-36). Pablo exhortó, en Mileto, a los Ancianos de Éfeso a guardar el rebaño del Señor porque él sabía que vendrían falsos maestros para atacarlos sin misericordia (Hechos 20:28-29).
Es completamente imposible que un Pastor pueda vigilar con ojo atento a toda la iglesia a fin de que no comiencen a descarriarse, ni tampoco debe ser así. Surge en ese caso la necesidad del Don de Pastorear en la congregación a fin de que “podáis amonestaros los unos a los otros” (Romanos 15:14). Cuando alguien del rebaño desobedece el mandato de Dios, son los santos (no el Pastor) los que tienen que amonestarle como a un hermano (2 Tesalonicenses 3:14-15).
Los maestros de la escuela dominical y los consejeros de Jóvenes tienen amplia oportunidad de utilizar el don de Pastorear. Los jóvenes característicamente suelen volverse hacia alguna persona mayor en busca de consejo en lugar de hacerlo con sus propios padres.
Las mujeres maduras de la congregación pueden pastorear a las recién casadas en sus situaciones domésticas y problemas familiares. Pablo exhortaba a las mujeres mayores a que “sean reverentes en su porte…que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus hijos y a sus maridos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la Palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:3-5). No es sorprendente que un efecto importante del don de pastorear sea ayudar a los demás a descubrir sus dones y luego guiarlos en ciertos canales de servicio; quizás muchos cristianos poseen el don pastoral y no lo saben. Si más cristianos pudieran orientar, alimentar y proteger a sus hermanos no habría necesidad de que el Pastor tuviera que dedicar tanto tiempo en aconsejar; no solamente aliviaría mucha tensión y lágrimas al Pastor, sino que se lograría hacer frente a muchas necesidades que de otra manera pasarían inadvertidas. Para el análisis ver Salmo 23.

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