jueves, 10 de enero de 2013

CON LA DIESTRA DE DIOS



“Siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Is. 41:10b).
Hemos iniciado un nuevo año. La vista se extiende a lo lejos procurando descubrir el camino por el que debemos transitar. Es siempre un camino desconocido para nosotros, pero conocido para Dios. El sabe por donde vamos a pasar. Podemos caminar con temores o podemos hacerlo con seguridad, pero en cualquier caso, para todos están las dos promesas del versículo. Dios promete su ayuda. Ayudar tiene que ver con colaborar para alcanzar algo. Pero también se refiere a una acción para socorrer. No cabe duda que en el trascurso de los días de este año, nuestras fuerzas podrán resentirse en el camino.
Tal vez nos esperan cuestas empinadas que serán insalvables para nosotros, pero contamos con las fuerzas de Dios. Es importante saber que Él no solo da fuerzas sino que nos esfuerza para triunfemos en todo. Tal vez el camino deba atravesar imposibles, como violentas tempestades que sacudan nuestra nave, pero debo saber que Él puede hacerme andar sobre las aguas. Es probable que la enfermedad se manifieste y la esperanza humana cese, pero ahí está su ayuda ocupándose de nosotros, “El nos sustentará sobre el lecho del dolor; mullirá toda la cama en la enfermedad” (Sal. 41:3). Si los nuestros parten y los amigos nos abandonan, allí estará para darnos la compañía necesaria y podremos decir: “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos” (Sal. 27:10 NVI). El promete ayudarme, no puedo dudar de Él.
Además de su ayuda se compromete también a sustentarnos, quiere decir que no resbalaremos en el camino. Mira de que modo lo hará: con la diestra de Su justicia. Es la mano del poder, la mano creadora, la mano sustentadora, pero también la mano redentora. Esa mano de justicia ha sido una vez abierta por los clavos de la cruz para hacernos a nosotros “justicia de Dios en Él”. Nos ha salvado para que seamos un pueblo santo y vivamos justamente delante de los hombres. Es así como nuestra luz brillará en las tinieblas. Nuestra naturaleza procurará seducirnos y llevarnos al pecado, las huestes de maldad batallarán contra nosotros para hacernos caer, pero la diestra omnipotente de Dios tomará nuestra mano y estaremos firmes porque Él nos “conducirá por sendas de justicia, por amor de su nombre”. ¡Cuan seguro puedo sentirme, me ayudará y me sustentará! Pero, algo más ¿cuántas veces lo hará? Mira el versículo siempre… siempre.
Mientras otros se cansan el Señor persevera. Ha iniciando con cada uno de los suyos una obra que irá perfeccionado “hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Tal vez titubean mis pasos y el temor atenaza mi alma, acaso el tentador susurre a mi oído un mensaje inquietante de duda: ¿Crees que Dios estará siempre tan interesado en ti? La fe se afirma porque Él me dice, siempre, siempre tendrás mi ayuda y mi poder en la medida en que te sea necesario. Yo soy débil pero la diestra de Dios es omnipotente. ¡Oh! Señor, se que nunca retirarás tu fuerza, dame la fe necesaria para ver Tu mano sujetando la mía y hazme sentir siempre la grandeza de Tu paz.

Escrito por:   Pastor Samuel Pérez Millos

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