jueves, 24 de abril de 2014

ESCUELA DOMINICAL

                                                        LOS PROFETAS MENORES
                                                                        JONÁS  (II)
Luego de contestar las preguntas que le hicieron acerca de su procedencia y de sus actividades, resulta llamativo notar que Jonás, quien no quiso predicarles a los gentiles de Nínive, ahora se encuentra en circunstancias en  que está dispuesto a dar su vida para salvar a unos marineros gentiles. Ellos por su parte no podían entender cómo él haría algo tan estúpido como intentar huir del Dios que hizo el cielo y la tierra; Jonás no pudo responder a esa pregunta (V.10).  La pregunta ahora era: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Es importante notar la actitud de los marineros. Ellos hicieron todo lo posible para evitar la muerte de Jonás; intentaron volver a tierra para dejarlo, pero era imposible; la tempestad era más fuerte cada vez. Finalmente comprendieron que el sacrificio de Jonás era inevitable. Por medio de la oración, los marineros reconocieron la voluntad de Dios, cuando echaron la suerte y ahora por medio de esta furiosa tempestad (V.14). Es notable que estos marineros gentiles tuvieran tanta compasión por un profeta que no la tuvo con una ciudad entera.  Cuando echaron a Jonás al mar se produjo una calma instantánea, y entonces, con temor  y respeto adoraron a Jehová Dios (Vv.15-16).  El versículo 17 deja bien en claro que lo que pasó a Jonás no fue una casualidad; Dios preparó un gran pez para que tragara a Jonás. Cuatro veces en este libro se emplea este verbo “Preparó” (1:17; 4; 6, 7 y 8) Dios preparó no solamente el pez, sino también la planta de ricino, el gusano, y el viento solano, para enseñarle importantes lecciones al profeta rebelde.

Capítulo 2: Ante la realidad latente y cercana el profeta Jonás comenzó a orar con mucho fervor.  El profeta manifiesta desesperación pero también esperanza y comienza a orar en prosa, como una poesía; y el estilo poético que utiliza es el Paralelismo, o sea que la segunda parte de la estrofa repite en palabras similares lo que dice la primera parte.  Jonás estaba desesperado porque no estaba acostumbrado al mar y le causaba un espanto de muerte (Vv.2-6) “Descendí a los cimientos del monte; la tierra echó sobre mí los cerrojos para siempre” (V.6) describe con claridad la situación y angustia del profeta.  “Mas tú sacaste mi vida de la sepultura”  (V.6) “Me acordé de Jehová, y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo”  Es el clamor de un alma que siente el peso de su pecado, su desobediencia y su rebeldía. En medio del “valle de sombra de muerte” se acuerda del Señor y clama de lo profundo de su alma y el Señor escucha y responde.  Por último, en este capítulo, el profeta hace un contraste entre los que abandonan su fe para adorar ídolos, vanidades ilusorias, y los que adoran al Dios verdadero.  A pesar de su desobediencia Jonás nunca dejó de creer en Dios o de reconocer que era el único Dios, el Creador. Como en otros lugares de la Biblia el profeta Jonás manifiesta que el culto a los ídolos no es solamente falso sino totalmente vano (Ver Isaías 44:9-20) Jonás termina su oración con la confianza de que un día va a ofrecer sus sacrificios y cumplir sus votos prometidos. Jonás era un profeta que amaba a su pueblo Israel y odiaba a sus enemigos. El llamado de Dios para ir a predicar a Nínive era inconcebible para él, y así empezó su huida, su experiencia en el barco y en el vientre del gran pez.  Solo cuando escuchó la segunda vez la voz de Dios. Jonás fue a Nínive y dio el mensaje. A pesar de no ser un mensajero no convencido, los habitantes de Nínive respondieron y Dios el Señor desistió de su plan de castigarlos. La última palabra siempre lo da nuestro misericordioso Dios que no desea que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento.-

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