LOS PROFETAS MENORES
AMÓS
Capítulo 3
En este capítulo podemos notar que la acusación es contra
toda la casa de
Israel, es decir, las doce tribus. La nación de Israel tenía una relación
singular con Dios;
fue escogida de entre todas las naciones del mundo para un fin específico (Vv.1-2).
Este privilegio creó una responsabilidad muy grande, más que la que tenía
cualquier nación. Ellos eran responsables delante de Dios, de ahí que viene el
castigo. En los versículos
3-6, encontramos una serie de preguntas que tienen como única
respuesta “NO”. En el versículo 7 el Señor nos da una muestra de su
misericordia al revelar a sus siervos los profetas los eventos porvenir para
que anuncie a los pueblos y éstos se arrepientan y corrijan sus caminos (Ver Génesis 18:17
y Daniel
2:28). La misión, por tanto, de los profetas es anunciar, hablar,
profetizar la Palabra
de Dios y, ¡AY! si no lo hiciere. El profeta Amós proclama que aún las naciones paganas podían
ver la inmoralidad de Samaria (V.9); esa ciudad había sido la capital del Reino del Norte desde la época del rey Omri, cien años antes. El pueblo se había extraviado, estaba tan
lejos de Dios
que no sabía hacer el bien; de tantos años de pecar ya no le quedaba conciencia
alguna. Por ello, el Señor enviará un ejército
muy poderoso (Vv.11-12)
y los destruirá, dejando apena restos de la nación. Ninguna clase de refugio
sería suficiente para esconderse del juicio de Dios (Vv.13-15). Toda clase de casa
caería en el terremoto que estaba a punto de llegar.
Capítulo 4
Amós empieza este capítulo hablando con ironía
acerca de las mujeres corpulentas de Samaria; utiliza una metáfora y
compara a las mujeres de Samaria con vacas gordas (Para usos parecidos ver Salmo
22:12; Jeremías 31:18; Oseas 4:16; Miqueas 4:13). Sin duda estas mujeres de la
alta sociedad de
Samaria eran hermosas y gozaban de buena salud, pero su actitud
hacia los pobres era reprochable. Incitan a sus maridos a que opriman y
maltraten a los pobres para tener abundancia de dinero y así poder comprar
bebidas y objetos de lujo. El indignado profeta proclama que el Señor
ha jurado por su santidad que estas mujeres serán llevadas con ganchos al
matadero, como hacían con las vacas gordas. En los versículos 4-5 vemos la forma
totalmente irreverente que ofrecías sus ofrendas y celebraban el culto a Jehová.
Solamente los ricos podían ofrecer los sacrificios y ofrendas con la abundancia
y frecuencia que Amós menciona. Con fina ironía los invita a traer cada tres
días en lugar de cada tres años como la ley estipula (Deuteronomio 14:28). La frase “ya que eso es
lo que os gusta” (V.5) indica que el pueblo practicaba el culto
para satisfacer sus propios deseos, no para adorar a Dios. A partir del versículo 6 el Señor les
recuerda que había juzgado al pueblo por medio de las cosechas escasas, plagas
de insectos, pestilencias, guerras y destrucciones, y, ninguna de estas cosas los había disuadido de
pecar. Dios había
disciplinado a su pueblo con hambre, sequía, viento solano, plagas de
langostas, mortandad, terremotos, etc; y
nada había servido para hacerles volver hacia Él. En el versículo 13 Dios se presenta como lo que es,
“El
Soberano, el que tiene el control sobre las fuerzas de la naturaleza, el que
discierne los pensamientos más ocultos del ser humano y que es más grande que
los cielos y la tierra” ¿Su nombre? ¡¡JEHOVÁ, DIOS DE LOS EJÉRCITOS!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario