lunes, 20 de enero de 2014

ESCUELA DOMINICAL



                                        LOS PROFETAS MENORES
                                                        AMÓS
                                                                   Capítulo 3
En este capítulo podemos notar que la acusación es contra toda la casa de Israel, es decir, las doce tribus. La nación de Israel tenía una relación singular con Dios; fue escogida de entre todas las naciones del mundo para un fin específico (Vv.1-2). Este privilegio creó una responsabilidad muy grande, más que la que tenía cualquier nación. Ellos eran responsables delante de Dios, de ahí que viene el castigo. En los versículos 3-6, encontramos una serie de preguntas que tienen como única respuesta “NO”. En el versículo 7 el Señor nos da una muestra de su misericordia al revelar a sus siervos los profetas los eventos porvenir para que anuncie a los pueblos y éstos se arrepientan y corrijan sus caminos (Ver Génesis 18:17 y Daniel 2:28). La misión, por tanto, de los profetas es anunciar, hablar, profetizar la Palabra de Dios y, ¡AY! si no lo hiciere. El profeta Amós  proclama que aún las naciones paganas podían ver la inmoralidad de Samaria (V.9); esa ciudad había sido la capital del Reino del Norte  desde la época del rey Omri, cien años antes. El pueblo se había extraviado, estaba tan lejos de Dios que no sabía hacer el bien; de tantos años de pecar ya no le quedaba conciencia alguna. Por ello, el Señor enviará un ejército muy poderoso (Vv.11-12) y los destruirá, dejando apena restos de la nación. Ninguna clase de refugio sería suficiente para esconderse del juicio de Dios (Vv.13-15). Toda clase de casa caería en el terremoto que estaba a punto de llegar.
                                                                   Capítulo 4
Amós empieza este capítulo hablando con ironía acerca de las mujeres corpulentas de Samaria; utiliza una metáfora y compara a las mujeres de Samaria con vacas gordas (Para usos parecidos ver Salmo 22:12; Jeremías 31:18; Oseas 4:16; Miqueas 4:13). Sin duda estas mujeres de la alta sociedad de Samaria eran hermosas y gozaban de buena salud, pero su actitud hacia los pobres era reprochable. Incitan a sus maridos a que opriman y maltraten a los pobres para tener abundancia de dinero y así poder comprar bebidas y objetos de lujo. El indignado profeta proclama que el Señor ha jurado por su santidad que estas mujeres serán llevadas con ganchos al matadero, como hacían con las vacas gordas. En los versículos 4-5 vemos la forma totalmente irreverente que ofrecías sus ofrendas y celebraban el culto a Jehová. Solamente los ricos podían ofrecer los sacrificios y ofrendas con la abundancia y frecuencia que Amós menciona. Con fina ironía los invita a traer cada tres días en lugar de cada tres años como la ley estipula (Deuteronomio 14:28). La frase “ya que eso es lo que os gusta” (V.5) indica que el pueblo practicaba el culto para satisfacer sus propios deseos, no para adorar a Dios.  A partir del versículo 6 el Señor les recuerda que había juzgado al pueblo por medio de las cosechas escasas, plagas de insectos, pestilencias, guerras y destrucciones, y,  ninguna de estas cosas los había disuadido de pecar. Dios había disciplinado a su pueblo con hambre, sequía, viento solano, plagas de langostas, mortandad, terremotos, etc;  y nada había servido para hacerles volver hacia Él. En el versículo 13 Dios se presenta como lo que es, “El Soberano, el que tiene el control sobre las fuerzas de la naturaleza, el que discierne los pensamientos más ocultos del ser humano y que es más grande que los cielos y la tierra” ¿Su nombre? ¡¡JEHOVÁ, DIOS DE LOS EJÉRCITOS!!

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