LOS PROFETAS MENORES
OSEAS (Final)
Al concluir el capítulo once, Oseas acusó a Efraín
de rodear al Señor
de falsedad y engaño. Ahora en el capítulo 12 demostrará que Israel
ha sido tan desleal y quebrantador de pactos con los hombres como lo fue con el Señor.
Israel
se alimenta de viento (nada) mientras
envía su aceite (su tesoro) a Egipto
(V. 1)
en pago por cualquier tipo de ayuda que pudiera prestarle esa nación a un ya
decadente reino israelita. El señor les recuerda a los judíos las
experiencias de
Jacob y los contrastes que hay en su vida con la nación israelita. Jacob siempre
buscó el favor del Señor, incluso en sus momentos de flaqueza y
dudas; pero los israelitas no apreciaban los caminos de Jehová. Aún en el vientre de su
madre, Jacob
trató de obtener la bendición de ser el primogénito (Génesis 25:22-26) y ya adulto
estuvo dispuesto de luchar toda la noche con el Ángel de Jehová (Vv. 3-4)
para obtener la bendición del Señor.
Su fortaleza residía en su debilidad consciente que consistía en su muslo
descoyuntado (2
Corintios 12:9-10). Cuando Jacob
ya no pudo seguir luchando, recurrió al llanto y las súplicas, prevaleciendo de
ese modo con respecto a Dios y
recibiendo el honor de ser llamado “Israel”, o sea, príncipe de Dios.
De este modo, Oseas
muestra que Jacob,
tras haberse esforzado por obtener la bendición de Jehová desde el vientre de su
madre, logró finalmente que Dios se la concediera en su madurez. ¡Qué diferente eran sus descendientes de la
época del profeta! Mientras Jacob prevaleció con respecto a Dios,
los israelitas se vieron dominados por los ídolos. Los cananeos o fenicios
fueron los grandes mercaderes de la época (Isaías 23:11 y Ezequiel 17:4) y se hicieron
famosos por sus procedimientos codiciosos y fraudulentos. Ahora se compara a Efraín
con ellos. Utilizando pesas falsa y amando la opresión violaban continuamente
los mandamientos de la ley de Dios. Con el ejemplo de Jacob (V.12) y el de Abraham
(V. 13)
el Señor manifiesta
su fidelidad para con aquellos que le buscan y le sirven.
En el capítulo 13 menciona los tiempos pasados
cuando Efraín
era honrado en la nación. Cuando hablaba, todos temblaban. No obstante, cuando
se entregó a la adoración a Baal
durante el reinado de Acab, murió (1 de Reyes
16:31). Su poderío fue destruido y quebrantado. Murió
espiritualmente, con la consiguiente decadencia espiritual; y empezó a fabricar
imágenes que no tenían ningún valor y que no eran más que obras e hombres. Al
adorar a los ídolos, Efraín está próximo a desaparecer. El versículo 4, el Señor enfatiza solemnemente su
condición de Dios
de Israel, el único Dios;
y en el versículo
9 señala la condición de Israel: “Te perdiste” y movido por su misericordia le
da la solución: “Mas en mí está tu ayuda”. Aún cuando Israel persistía en su
desenfreno e idolatría, el Señor multiplica sus misericordias para con él
“De la mano
del Seol los redimiré, los libraré de la muerte” (V. 14).
En muchos sentidos, el capítulo 14 de Oseas es el más bello de toda la
profecía y provee de una conclusión apropiada. Se repite la exhortación de
todos los profetas al pueblo del Señor: “Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios”. Su caída
se debó a su propio pecado, pero el Señor abre una puerta de esperanza para su
restauración; las bendiciones son incalculables. Se les suplica que retornen al
Señor,
que le presenten un arrepentimiento sincero, no sacrificios ni ofrendas. Lo que
Dios
desea es un corazón contrito y humillado. Al regresar de ese modo, el Señor
les concederá su perdón y su gracia para dejar de lado sus obras malas, la
idolatría, y la confianza en el poder de los hombres. El Señor desea “Fruto de labios que confiesan su nombre”
porque “En ti el huérfano alcanzará misericordia”
(V.3);
entonces el
Señor sanará la rebelión de su pueblo “Los amará de pura gracia” e Israel
aprenderá a caminar en rectitud delante de la presencia del Señor
“porque los
caminos de Jehová son rectos, los justos andarán por ella” (V.9)
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