sábado, 29 de septiembre de 2012

ESCUELA DOMINICAL


                                         PROVERBIOS Capítulo 15

Los contrastes del bueno y del malo”. V. 1. Aquí vemos la importancia de la palabra. En un ambiente de confusión o de pleito, la respuesta sensata y calmada suaviza el ánimo y ayuda a disipar el conflicto. Ocurre lo contrario cuando avivamos el fuego con palabras ásperas. V. 2. El que tiene conocimiento debe usarlo sabiamente para el bien del prójimo. V. 3. Los pecados, el buen servicio y las penas profundas están bajo la atenta mirada de Dios. Esto da consuelo a los santos y causa terror a los impíos. V. 4. Una lengua buena es sanadora para la conciencia herida, a la que consuela; también es buena para traer conciencia de pecado a las almas y trae reconciliación a los que están en desacuerdo. V.5. El desprecio a la instrucción trae aparejado la necedad;  y amándola se adquiere prudencia. V. 6. La riqueza de los mundanos aumenta sus temores y sospechas, añade fuerza a sus pasiones y vuelve más inquietante el temor a la muerte. V. 7. Usamos sabiamente el conocimiento cuando lo difundimos, pero el corazón del necio no tiene nada bueno que compartir. V. 8-9. Dios se complace cuando sus hijos se acercan humildemente a Él en oración, pero cuando el orgullo o la impiedad contaminan el corazón del que ora, su súplica es abominable al Señor. V. 10. El que detesta ser reprendido morirá en sus delitos y pecados, pues no hay en él interés por dejar sus malas prácticas. V. 11. Nada hay que pueda ocultarse de los ojos de Dios, ni siquiera los pensamientos del hombre. V. 12. El burlador no tolera pensar seriamente dentro de su propio corazón. V.13. El espíritu sombrío, impaciente e ingrato que brota del orgullo y del amor por lo mundano, hace que el hombre esté intranquilo consigo mismo y con su prójimo. V. 14. El ser humano elige la comida con lo que se va a alimentar; la sabiduría o la necedad. V. 15. El corazón es la fuente de nuestro estado de ánimo; si estamos en paz con Dios, tenemos plenitud de vida y gozo continuo; pero si nuestra relación con él no está de buenas, entonces la aflicción se apodera de nuestro ánimo. V. 16-17. Los creyentes suelen tener lo suficiente y necesario, con abundancia de paz; que no lo tienen los impíos que, aunque ricos, las preocupaciones, los problemas y las tentaciones, acompañan a sus riquezas. V. 18. El que es tardo para enojarse, no sólo impide la discordia, sino que ayuda a apagarlo cuando se inicia. V. 19. Los que no ponen el corazón en su trabajo, pretenden excusarse en los peligros y dificultades para no hacer su labor. Así muchos viven descuidando su responsabilidad. V. 20. Los que tratan a sus mayores con desprecio o negligencia, no hacen más que demostrar su necedad. V. 21. Los que son verdaderamente sabios, se ocupan de que sus pensamientos, palabras y hechos sean regulares, sinceros y santos. V. 22. El escuchar un buen consejo hará la diferencia entre triunfar o fracasar, muchos no entienden eso y cierran sus oídos al consejo de los sabios. V. 23. El hombre que sabe cuando hablar y cuando callar es sabio. V. 24. Un hombre bueno deposita sus afectos en las cosas de arriba; todo lo que hace apunta hacia allá. V. 25. El orgullo es la ruina de muchos; pero Dios sostiene a sus hijos afligidos. V. 26. Los pensamientos del impío ofenden a Aquél que conoce el corazón. V. 27. El codicioso no deja que nadie en su familia repose o disfrute. La codicia de ganancias rápidas y fáciles, suelen tentar a entrar en proyectos que traen la ruina. V. 28. El hombre bueno resulta ser sabio por una razón: gobierna bien su lengua. V. 29. Es Dios mismo quien se aleja de aquellos que lo desafían; pero está al pendiente de sus hijos. V. 30. Las buenas noticias en tiempos de aflicción, son realmente reconfortantes, e ilumina el semblante del que los oye. V. 31. La reprensión fiel y amistosa ayuda a la vida espiritual y guía a la vida eterna. V. 32. Los pecadores subestiman su alma; por tanto, prefieren el cuerpo al alma y dañan el alma por complacer a su cuerpo. V.33. La humildad es el peldaño por donde se sube a lo más alto; y el temor reverente a Dios es una asignatura del hombre que le otorga como premio la sabiduría.--

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