domingo, 9 de septiembre de 2012

ESCUELA DOMINICAL


                                     PROVERBIOS.( Capítulo 12)

“El que ama la instrucción ama la sabiduría; el que ama la sabiduría ama la instrucción”. (V.1.) Los que son entendidos se deleitarán en la instrucción que se le da, pero los brutos endurecen sus convicciones. (v.2) El hombre que encubre designios egoístas y malos debajo de de una profesión o de la amistad, será condenado. (v.3) Aunque los hombres progresen por sí mismos, mediante artimañas pecaminosas, no pueden estabilizarse nunca; pero quienes por la fe tienen sus raíces en el Señor, están sólidamente establecidos. (v.4) Una esposa piadosa y prudente que cuida bien de todas las cosas de su casa, que toma conciencia de su deber, y que puede soportar las aflicciones propias de su hogar, es honra y consuelo para su marido. Lo contrario es como un cáncer verdaderamente insoportable. (v.5) Los pensamientos no son libres; están sometidos al conocimiento divino, por tanto, están bajo el mandamiento de Dios. Para el hombre es vergonzoso actuar con engaño, trucos y mala intención. (v.6) La gente mala habla mal de su prójimo. Hay veces que el hombre puede hacer una buena obra usando la palabra para animar, consolar, etc. (v.7) La bendición de Dios es a menudo contínua en las familias de hombres piadosos, pero los impíos viven para sufrir la ira de Dios. (v.8) Es de mejor estima la sabiduría que la perversidad. (v.9) El que vive en una situación humilde, que no tiene quien le atienda, pero obtiene el pan por medio de su esfuerzo, es más feliz que el que se gloría de su alcurnia o de su buen vestir pero que carece de lo necesario. (v.10) El piadoso no hace sufrir innecesariamente ni siquiera a un animal, pero el malo suele hablar de los demás como si fuera un experto, cuando que no soporta un tratamiento similar ni siquiera por un día. (v.11) Sabiduría de los hombres es ocuparse de sus cosas y seguir el llamado de la honestidad, pero es de necios descuidar los negocios. La gracia de Dios enseña a los hombres a no desdeñar nada, excepto el pecado. (v.12) Cuando el impío ve prosperar a los demás por medio de actos pecaminosos desea actuar de la misma manera, pero la raíz de la gracia divina en el corazón del justo, produce otros deseos y propósitos. (v. 13) Cuidemos nuestra boca; más de un hombre ha pagado caro en este mundo la transgresión de sus labios. (v.14) Cuando los hombres usan correctamente su lengua para enseñar y consolar a los demás, disfrutan la aceptación del Señor, y ese acto testifica a su conciencia de que está, efectivamente, respondiendo a la finalidad de su ser. (v.15) El necio, según la Biblia, es el hombre malo, aquel que actúa en forma contraria a la sabiduría de lo alto. Su regla es hacer las cosas según su propio discernimiento. (v.16) El hombre necio se apresura a enojarse y lo manifiesta en forma inmediata; él siempre está en problemas y corre hacia el mal, pero al sabio le resbala la crítica y la ofensa del necio. (v.17) Bueno es para todos aborrecer el pecado, detestar la mentira y ser gobernados por la honestidad. (v.18) La lengua puede tanto herir y causar daño como curar y aliviar las heridas. (v.19) La mentira tiene patas cortas, pero la verdad permanece para siempre. (v.20) Engañoso es el corazón del impío pero alegre y pacífico el corazón del justo. (v.21) Si los hombres son sinceramente rectos, el Dios justo se ocupará de que ningún mal les acontezca, pero los que se deleitan del mal, se hartarán de ella. (v.22) Tomemos conciencia de la verdad, no solamente en palabras sino también por medio de nuestros actos. (v.23) Los hombres necios no necesitan de propagandas, ellos mismos se encargan de manifestar la necedad que hay en su corazón. Al sabio todos lo conocen y aprecian. (v.24) Los que no se esfuerzan para vivir vidas honestas, y se manejan  por medio de trucos y mentiras son despreciables,  y al final terminan mendigando. (v.25) La preocupación, el miedo y la tristeza en los espíritus quitan vigor a los hombres acerca de lo que hay que hacer, o el valor en cuanto a lo que hay que soportar. La palabra precisa, la Palabra de Dios aplicada en el corazón, alegra el alma. (v.26) El justo tiene abundancia, aunque no de bienes de este mundo, sino de la gracia y el consuelo del Espíritu de Dios, que son las riquezas verdaderas. Los hombres malos se jactan inútilmente de que sus caminos son rectos. (v.27) El perezoso no hace buen uso de las ventajas que la Providencia pone en su camino, y no tiene consuelo en ellas. La sustancia del hombre diligente, aunque no grande, le hace bien a él y a su familia. El ve que lo que necesita Dios se lo concede por medio de la oración. (v.28) El camino de la justicia es un camino claro, es el camino de la rectitud; en ella hay vida, no sólo al final, sino durante todo el trayecto de nuestro peregrinar en este mundo.-

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