PROVERBIOS Capítulo 14.
Un buen título para este capítulo sería: “Los que construyen o los que destruyen”.
V. 1. La mujer que no tiene temor de
Dios, que es soberbia, malgastadora, y que se da a la comodidad, ciertamente
arruinará a su familia, como si un tornado derribara su casa. V. 2. Aquí la gracia y el pecado se
muestran con sus verdaderos colores. Quienes desprecian las leyes de Dios y sus
promesas, desprecian a Dios y todo su poder y misericordia. V. 3. El orgullo o soberbia crece en el
corazón. La raíz de esa rama debe ser arrancada o va a ocasionarnos muchos
problemas. Las prudentes palabras del sabio le libran de conflictos. V. 4. El buey, en este caso, representa
la previsión que uno debe tener para poder sustentar sin apremios su hogar. V. 5. El testigo veraz trae luz a una
situación difícil; más el mentiroso enturbia aún más el agua. V. 6. El escarnecedor trata con burla todas
las cosas que corresponden a Dios. El que siente el peso de su ignorancia busca
en Dios y en su Palabra el conocimiento necesario. V. 7. Descubrimos al hombre malo cuando en sus palabras no hay ni
una pizca de misericordia. V. 8.
Somos viajeros de la vida cuya mayor preocupación debe ser llegar a la meta
trazada por Dios. El necio no entiende eso y persiste en permanecer en el
error. V. 9. Los necios y los
profanos consideran el pecado como una tontería, y lo toman a la ligera en vez
de lamentarlo; se burlan de la ofrenda por el pecado y por ende se burlan de la
gracia del Señor. V. 10. No
entendemos que tormento puede haber en la conciencia del pecador que es
próspero; así como el mundo no puede discernir la paz mental que disfruta el
cristiano, aún en medio de su pobreza. V.
11. El pecado arruina a muchas familias, y la rectitud lo eleva y lo
fortalece. V. 12-13. Los caminos de
la negligencia, de la mundanalidad y la sensualidad, parecen rectos a los que
andan en ellos, pero se engañan y se destruyen a sí mismos. V. 14-24. Una radiografía del hombre de
Dios y el impío. El hombre de Dios tiene
el corazón contento; está alerta; tiene temor de Dios y se guarda del mal;
busca la sabiduría; es misericordioso y se siente feliz; misericordia y verdad
son las recompensas que le esperan y su meta primordial en esta vida es ser
sabio ante los ojos de Dios. El impío se siente hastiado de todo lo que hace;
es ingenuo, a pesar de que aparente lo contario; es insolente y soberbio;
comete locuras y es odiado por los que lo conocen; cosechan la necedad que
sembraron y Dios hace que se postren ante sus hijos; consiguen amigos y
placeres por medio de lo material y son incapaces de mostrar verdadero amor; la
insensatez de lo que piensan, dicen y hacen les llevan a cometer grandes
desatinos en la vida. V. 25. El
hombre recto se expone al malhumor del más fuerte, a pesar de ello, siempre
habla la verdad. V. 26-27. Los que
temen al Señor para obedecerle y servirle, tienen una fuerte base de confianza
y serán preservados. Ese temor reverente le es como una fuente de vida que le
ayuda a escapar de la muerte. V. 28.
Los ingresos y el poder de un pueblo se determinan según su población; el líder
que es sabio se cuida de mantener la fidelidad de su gente. V. 29. El que sabe dominar su ira
alcanza grandes objetivos. V. 30.
Una mente recta, contenta y benevolente tiende a la salud. V. 31. Oprimir al pobre es reprochar y desafiar al Creador; tener
misericordia del prójimo es muestra del amor a Dios. V. 32. El malo tiene su alma enajenada; muere en sus pecados y bajo
el poder y la culpa de ellos; pero los piadosos, aunque tienen dolor y algo de
miedo a la muerte, tienen la esperanza bendita que Dios les ha dado. V. 33. La sabiduría posee el corazón
y, de ese modo, regula los afectos y el temperamento. V. 34. La piedad y la santidad fomentan la laboriosidad, la
sobriedad y la honestidad; eso es bueno para cualquier país. V. 35. Dios, quien es el Gran Rey,
recompensará con castigo a quienes les
aborrecen y con bendiciones
abundantes a quienes les sirven con amor y fidelidad.-
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