El significado de la autoridad: La autoridad es el derecho o el poder de exigir obediencia. Dios tiene todo el derecho y el poder de exigir obediencia porque es el Creador y el Señor de todos los hombres, por lo cual declaramos que la autoridad final reside en Dios; la fuente primordial de autoridad es el Trino Dios mismo, como se nos da a conocer a través de las palabras de la Biblia. Nuestro conocimiento de Dios viene por medio de la Biblia. Tenemos que recibir la Biblia como la Palabra de Dios para nosotros y reverenciarla y obedecerla como tal. A medida que nos sometemos a su autoridad nos ponemos bajo la autoridad del Dios vivo que se nos da a conocer principalmente en Jesucristo. El Espíritu Santo cumple un papel fundamental en la comprensión cristiana de la autoridad, pero obra esencialmente por medio de las Escrituras. ¿Apelaremos a nuestra conciencia contaminada por el pecado, o apelaremos a la enseñanza de la inmutable e infalible Palabra de Dios? Pasajes bíblicos: Génesis 1:1; Job 40:1-5; 42:1-6; Salmo 95:6; Isaías 40:21-23; 45:9; Romanos 9:19…; 11:33-36; Efesios 1:11; Apocalipsis 4:9-11.
LA
REVELACIÓN
El
significado de la revelación: Revelar significa descubrir
algo que estaba oculto para que se pueda ver y saber en qué consiste. La
palabra principal del Antiguo Testamento que expresa ese concepto es GALÁ,
y viene de un término que significa “desnudez”
(Éxodo 20:26). El pueblo de Dios
sostiene una fe basada en la afirmación
de que Dios ha venido a nosotros y se ha dado a conocer. Si queremos conocer a
Dios, la revelación que él nos ha dado a través de su Palabra escrita (La Biblia) y principalmente a través de
su Palabra viva (Jesucristo) es
indispensable por dos razones complementarias:
Somos
seres creados. “En el principio creó Dios…al hombre”
(Génesis 1:1, 27); estas primeras
palabras de la Biblia expresan la diferencia entre Dios y la humanidad. Dios
como creador existe libremente en forma independiente de nosotros, el hombre en
cambio depende totalmente de Dios para su existencia (Génesis 2:7; 3:19; Salmo 103:14). En consecuencia Dios y la
humanidad pertenecen a diferentes categorías del ser. Esta diferencia no es
absoluta, estamos hechos “a imagen y semejanza de Dios”. Dios
se comunica con nosotros (Génesis 1:28).
Dios se hizo hombre en el Señor Jesucristo (Juan 1:1,14). Dios el Espíritu mora en los cristianos y los trae a
una relación personal con Dios (Romanos
8:9-17). ¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del
hombre que está en él? Así también nadie conoció las cosas de Dios, sino el
Espíritu de Dios? (1 Corintios
2:11). Sólo Dios conoce verdaderamente a Dios. Nuestra condición de seres
creados requiere que Dios se revele a sí mismo si hemos de tener un adecuado
conocimiento de él, incluso el Adán anterior a la caída necesitaba que Dios le hablara
personalmente para poder saber la voluntad de Dios (Génesis 2:16…).
Somos
pecadores. Nuestra necesidad de revelación se intensifica
enormemente por causa de nuestro pecado, la caída ha afectado cada aspecto de
nuestro ser, sobre todo nuestra percepción de las realidades espirituales y
morales. El pecado nos vuelve espiritualmente ciego e ignorantes de Dios (Romanos 1:18; 1 Corintios 1:21; 2 Corintios
4:4; Efesios 2:1…; 4:18).
En consecuencia, no hay camino desde la percepción
intelectual y moral del hombre hacia un genuino conocimiento de Dios. El único
acceso para llegar al conocimiento de Dios es que Dios se sitúe voluntariamente
dentro de nuestro campo de percepción y renueve nuestro caído entendimiento,
por tanto, si queremos conocer a Dios y tener una base correcta para nuestra
comprensión y experiencia cristiana, es indispensable la revelación de Dios.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario