domingo, 11 de noviembre de 2012

ESCUELA DOMINICAL


                                          PROVERBIOS Capítulo 21.

JEHOVÁ ES ELQUE DA LA VICTORIA
V. 1. Dios distribuye sus favores así como el agricultor derrama las aguas por sus terrenos. Todo depende de su voluntad. V. 2. La precisión de la balanza del Señor determina aún las intenciones del corazón; el ser humano no discierne eso. V. 3. No es la grandeza de nuestros  sacrificios o nuestras devociones externas lo que satisface más al Señor, sino la grandeza de nuestro amor por Él y por el prójimo. V. 4. La mirada del que se cree superior a los demás; el corazón contaminado por el orgullo, y las reflexiones de los necios sólo conduce a los caminos torcidos del pecado. V. 5. El hombre diligente es previsor, y hace del ahorro un hábito que a la larga le provee de abundantes beneficios. V. 6. Los bienes mal habidos tienen un corto periodo de vida; rápidamente pasan y sólo queda la muerte como un triste testimonio de lo que alguna vez fue. V. 7. La injusticia es como un boomerang, siempre retorna a quien lo lanza; así es  quien vive en el delito; tarde o temprano pagará por sus hechos. V. 8. Es incomprensible el camino del impío. Busca la perversidad y se goza con lo torcido; en cambio,  el justo se complace  en agradar a su Señor. V. 9.  Hay quienes tienen una buena casa pero una mala esposa; eso causa mucha tristeza. V. 10. El hombre malo desprecia a su prójimo; él ve a sus semejantes con los ojos de su maldad y por ello piensa que  son malos y los aborrece. V. 11. El hombre sabio se complace en la disciplina y, cuando el impío es castigado, razona y lo considera en su corazón. V. 12. El justo no tiene envidia de la prosperidad del impío, pues sabe que muy pronto será trastornado por la maldad que hay en él y en su hogar. V. 13. El clamor del pobre suena fuerte y llega hasta el cielo, sin embargo,  el malo no lo escucha;  llegará el tiempo en que clamará el hombre malo y Dios cerrará sus oídos para no escuchar. V. 14. “Poderoso señor es don dinero”, de la misma forma, el regalo es un buen sedante. V. 15. Cada quien se deleita con lo que es parte de su naturaleza: El justo con la justicia y el impío con la destrucción. V. 16. Apartarse de los santos caminos del Señor sólo conduce a la muerte y a la comunión con los que en vida están muertos. V. 17. El hijo pródigo malgastó una inmensa fortuna en poco tiempo; eso mismo pasará al que ama los lujos y el placer. V. 18. Tanto el impío como el prevaricador están para que el justo resplandezca más y más en medio de ellos. V. 19. Las pasiones sin control destruyen las más bellas relaciones; es por ello que cada vez hay más divorcios y separaciones. V. 20. El sabio es como la hormiga (previsor), el necio es como la cigarra (descuidado); en el hogar del primero hay abundancia y en el del segundo, necesidad. V. 21.La senda de la justicia y la misericordia conduce a la vida y la honra. ¡PiénseloV. 22. La sabiduría carcome los cimientos del hombre fuerte y poderoso. V. 23. Hay quienes viven en aflicción constante por no poner freno a su lengua. V. 24. El es soberbio y presuntuoso, y lo que hace está lleno de insolencia. ¿Su nombre? “Escarnecedor” Es un mal tipo y el Señor lo aborrece. V. 25. El perezoso es un hombre frustrado, pues desea muchas cosas pero no quiere trabajar para obtenerlo. Al final comete delitos para lograr lo que desea. V. 26. El hombre justo abre el grifo de su corazón y deja salir las bendiciones que Dios le ha dado, y mientras más da, más posee. V. 27. Cuando se aparenta santidad, pero se concibe maldad, eso es abominación de manera especial; al Señor le da náuseas. V. 28. El testigo que es íntegro permanecerá fiel en su testimonio, no importando las consecuencias; el testigo falso se vende y pierde su vida por unas migajas de pan. V. 29. Todos estamos expuestos a cometer errores en la vida; sólo el necio se endurece en ese error y recibe el castigo. V. 30. ¿Cómo puede el hombre finito confrontar a su Hacedor? ¡Mucho menos hacerle daño! V. 31. “El hombre propone, y Dios dispone” Un dicho popular que se ajusta a este pasaje. Sólo Dios es soberano y debemos someternos a sus designios, así nunca fracasaremos.-

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