domingo, 8 de julio de 2012

Escuela Biblica Dominical: Proverbios


Proverbios Capitulo 3.

En este capítulo veremos las exhortaciones a la obediencia (1-6); a la piedad y a realzar los beneficios de la disciplina (7-12); para ganar sabiduría (13-20); guía de la sabiduría (21-26); y la diferencia entre el justo y el impío (27-35).

Vv. 1-6.Comúnmente se puede disfrutar de salud y paz en el camino de los que son obedientes a la fe y a los mandamientos de Dios, y aunque nuestros días no sean largos en la tierra tenemos promesa de vida eterna en el cielo. Que la misericordia y la verdad no te abandonen: la misericordia de Dios al prometer, y su verdad al hacer. Vive conforme a ellas, mantén tu interés en ellas y tomas el consuelo de ellas. Debemos confiar en el Señor de todo nuestro corazón creyendo que Él es capaz y sabio para hacer lo mejor. Quienes se conocen a sí mismos, encuentran que su entendimiento es un apoyo muy endeble, el cual falla si se apoyan en el. No tengas intenciones de nada que no sea lícito y ruega a Dios que te dirija en todo caso, aunque la situación parezca muy sencillo. En todos nuestros caminos que resultan muy agradables, o que sean desagradables, llenos de espinas, debemos reconocer a Dios con gratitud y sumisión. La promesa es que él enderezará nuestras sendas, así que nuestro caminar será seguro, bueno y feliz al final.

Vv. 7-12. No hay mayor enemigo del temor de Dios en el corazón que la soberbia propia de nuestra sabiduría. La prudencia y la sobriedad, tienden no sólo a la salud del alma, sino también a la salud del cuerpo. La riqueza del mundo es una sustancia de muy mala calidad, pero aún con ellas debemos honrar a Dios. Si el Señor nos visitara con pruebas o enfermedades, no debemos olvidarnos de la exhortación que nos habla como a niños por nuestro propio bien. No debemos desfallecer en la aflicción, por pesada y larga que sean, ni dejarnos llevar por la desesperación, ni usar malos métodos para aliviarnos. El padre corrige al hijo que ama, porque lo ama y desea que sea sabio y bueno. Las aflicciones distan mucho de dañar a los hijos de Dios porque, por gracia de Dios fomentan la cercanía al Señor y la santidad del creyente.

Vv. 13-20. Ninguna joya preciosa ni los tesoros terrenales son dignos de compararse con la sabiduría, sea que se consideren los intereses del tiempo pasajero o los de la eternidad. Debemos hacer de la sabiduría nuestro negocio, debemos aventurarnos por completo en ella, y disponernos a dejar todo por ella. Si no fuera por la incredulidad, la pecaminosidad y la indiferencia, nosotros encontraríamos agradables todos nuestros caminos, y correctas nuestras decisiones. Con demasiada frecuencia permanecemos en estas sendas para nuestro propio daño y dolor. Cristo es “Sabiduría de Dios” quien nos aparta de esa senda de muerte y destrucción.

Vv. 21-26. No debemos permitir que se vayan de nuestras vidas la amonestación y el buen consejo del Señor. Retengamos la sabiduría y la discreción, entonces andaremos seguros en sus caminos. La vida natural y todo lo que a ella corresponde, estará bajo la providencia del Señor. La vida espiritual y todos sus intereses estarán bajo la protección de su gracia, de modo que seremos resguardados de caer en pecado o de involucrarnos, innecesariamente, en problemas.

Vv. 27-35. Nuestro negocio es obedecer los preceptos del Señor y seguir el ejemplo de Cristo: Hacer justicia, amar misericordia y guardarnos de la codicia; estar preparados para toda buena obra, evitando la lucha innecesaria y soportando los males, si es posible, antes que tratar de enderezarlos conforme a la ley. No envidiemos a los opresores que son prósperos. Lejos esté de los hijos de Dios elegir uno de sus caminos. El lujurioso y codicioso puede despreciar estas verdades, pero el desprecio eterno será la porción de estos burladores, mientras que el favor divino se mostrará al creyente que es sabio y humilde.
Estudio Biblico redactado por el Pastor Lucio Almirón, Iglesia Bautista Independiente "Divina Gracia"

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