LOS PROFETAS MENORES
AMÓS
Capítulo 6
Vv.1-6. En la prosperidad existe el
peligro de pensar que somos auto-suficientes, que no nos falta nada. Eso es lo
que les pasaba a los israelitas; ellos estaban convencidos de que nada les iba
a pasar y que iban a vivir para siempre en su pequeño país al lado del mar
mediterráneo. Vivían muy tranquilos, confiados en que esa forma de vida iba a
durar para siempre; se recreaban, comían y bebían de lo mejor y en abundancia,
se vestían y se perfumaban todos los días con los mejores atuendos y los más
finos perfumes de la época. ¿Qué podía pasar? El profeta Amós les menciona tres ciudades
que iban a ser conquistadas por Asiria.
Calne y Hamat eran dos ciudades que estaban como a 180 kilómetros al norte de Damasco;
la primera cayó en el año 738 y la
otra en el año 720 a.C. Gat era una
de las cinco ciudades filisteas y cayó en el 711 a.C. Ninguna de las tres pudo resistir al ejército de Asiria. Los versículos 4-6 nos describen en
forma gráfica acerca de la vida lujosa de la alta sociedad de Jerusalén y Samaria. A las personas de esta “clase” no les importaba
nada de lo que pasaba en las familias de sus vecinos y hasta de sus propios
familiares. Ellos vivían sus vidas de manera egoísta, sin preocuparse por
nadie, excepto por ellos mismos.
Vv. 7-8.
El único consuelo que Amós puede ver para el futuro de una sociedad tan
corrompida es que sus líderes irán a la cabeza dl triste desfile de cautivos
marchando al exilio.
Vv. 9-14. Aquí se describe una epidemia o
una catástrofe universal que va a acompañar el sitio de la ciudad. Debido al
sitio e los asirios los habitantes no tendrán otro recurso que sacar los
cadáveres y quemarlos en las casas o en la plaza pública. En voz baja, uno que tiene esta
tarea tan desagradable, pregunta a un sobreviviente si hay más cadáveres
adentro. Demostrando sus creencias supersticiosas y temiendo que este va a
decir; “¡No, gracias a Jehová!”,
le acorta la conversación porque teme
que aún la mención del nombre personal de Dios podría causar más maldición sobre la
ciudad. Con ello está reconociendo que todo lo que ha ocurrido es el juicio
bien merecido de Dios. Se ve que además de la guerra esperan un terremoto
como otro aspecto del juicio divino sobre Samaria
(V. 11).
En el versículo
8 se indica el orgullo de los dirigentes, orgullo basado en los
palacios que ellos han construido con el sudor de los pobres. Con el juicio
divino, el Señor
rechaza totalmente tal soberbia y el orgullo y la magnificencia de sus
palacios. Es más, Israel se jactaba de haber adquirido el poder
con su propia fuerza. Se jactaban de haber colocado sus fronteras de nuevo en
los límites establecidos por David (2 Reyes 14:25). Jeroboam II había podido recuperar el territorio que Israel
había perdido anteriormente al este del Jordán. El profeta Amós menciona la futilidad de
esta “hazaña” pues el pueblo le había dado la espalda al Señor Dios
Todopoderoso, por lo que les anuncia que una nación poderosa va a
quitarles todo desde el norte (Hamat),
hasta el sur (El arroyo del Arabá). Israel se
jactaba, como muchas personas, diciendo;” Nadie jamás
me ha dado nada; todo lo que tengo lo he adquirido con mis propias fuerzas”. Frente a tal clase de egoísmo, la única
opción que le queda a Dios es quitarles todo.-
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