LIBRO DE DANIEL XVII
El capítulo 8 del libro de Daniel revela la lucha entre el
imperio medo-persa y el imperio greco-macedónico de Alejandro Magno. La
carrera meteórica de Alejandro Magno y su súbita muerte diez años
después se presenta a través de la figura del ``macho
cabrío´´ que poseía un cuerno prominente. También se narra lo
ocurrido después de la muerte de Alejandro, es decir la división en cuatro
partes de su imperio. La profecía da una atención muy particular a los reinos
del norte <<Seleúcidas>>
y del sur <<Ptolomeos>>
porque ambos se relacionan con la nación de Israel.
Una atención mayor y particular se da a Antíoco IV Epífanes. Este rey tomó la ciudad
de Jerusalén y profanó el
templo de los judíos. Ofreció sacrificios inmundos sobre el altar y colocó una
estatua del dios pagano Zeus
en el lugar santísimo. Antíoco fue un ser despreciable. Sus hechos
fueron un adelanto de lo que hará el anticristo en el futuro.
En el capítulo 9 encontramos tres secciones: 1. A profecía de Jeremías de los setenta años de cautiverio
<<Jeremías
25:11-12; 29:10>> 2. La oración de Daniel,
y 3. La esperanza del fin de la persecución. Este
capítulo ha sido reconocido generalmente como fundamental para la
interpretación de gran parte del material profético de la Escrituras.
Daniel había sido uno de los primeros judíos
llevados cautivos a Babilonia.
Sabiendo que habían pasado muchos años desde que fue llevado a la corte del rey Nabucodonosor,
el profeta comienza a investigar en las Escrituras para saber con precisión la fecha
del fin de la cautividad <<Daniel 9:1-2>>. Como en ocasiones
anteriores, Daniel
pone cuidado en la ubicación histórica del suceso a tratar. El Darío mencionado
aquí es el mismo mencionado en el capítulo 6. De modo que la fecha a la que Daniel se
refiere es el año 538 a.C. El Asuero aquí referido no es el mismo que
aparece en Ester
1:1. El rey mencionado en Ester 1:1 es conocido históricamente como Jerjes
y reinó entre los años 485 a.C. y 465 a.C. Darío estaba supeditado a la autoridad de Ciro el Grande,
es por eso por lo que Daniel dice que ``vino
a ser rey´´, o sea, que fue hecho rey. Evidentemente, Ciro el Grande
le había dado esa autoridad sobre el reino de los caldeos.
El profeta nos dice: ``Miré atentamente en los Libros´´. Debe notarse
el uso del artículo determinado ``los´´. Daniel está hablando de ciertos libros
específicos entre los que se encontraba
el libro del profeta Jeremías. De modo que podemos decir que
estaba examinando el Canon Sagrado, o sea, el conjunto de libros
inspirados de aquella época.
Daniel 9:3. Daniel sabía que solamente Dios podía resolver la cuestión que le
preocupaba, de modo que se entregó a la oración, se dio de manera firme a la
oración para que el Señor le revele
el tiempo exacto del fin de la cautividad. Daniel, evidentemente, vino delante del Señor en una actitud de verdadero
reconocimiento de su Majestad.
Daniel 9:4-10. Daniel confiesa el pecado del
pueblo del Señor, reconoce la
justicia de Dios y suplica por la
restauración del santuario desolado <<v.17>>. En el versículo 4
se usan cuatro nombres para designar al Señor.
Cada nombre tiene un énfasis diferente aunque Dios es uno solo; 1. Jehová <<``El que es´´,
o ``el que
causa ser´´>> es el Dios
del pacto; 2. Mi Dios <<Elohim>>
significa el poder de Dios en sus
múltiples manifestaciones; 3. Señor, que implica que es
el dueño de todo y tiene la autoridad sobre ello; 4. Dios
<<EL
``Grande,
Poderoso´´>> es el nombre más antiguo y conocido. Daniel
está apelando e implorando con toda humildad al ser excelso sobre toda la
creación, al único e inmortal Dios,
al Señor de todo el universo por el perdón y la restauración del pueblo de la
heredad del Señor.
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