LIBRO
DE DANIEL (VI)
Ante el rey:
3:13-15.
Nabucodonosor se llenó de ira ante esta acusación y mandó traer a estos
muchachos inmediatamente ante su presencia para interrogarlos personalmente y
persuadirlos para obedecer. “¿Qué dios será
el que os libre de mis manos?”
Demostraba la “seguridad” del soberbio; Nabucodonosor afirmaba que el ser
librado del horno de fuego era una tarea que ningún dios podría lograr.
La fe de los
jóvenes: 3:16-18. “No necesitamos
nosotros responderte sobre esto” (v. 16) nos habla que para ellos era
inútil discutir con un tirano enojado. Ellos tenían una convicción absoluta en
el poder de Dios; además, ellos estaban conscientes del mandamiento dado por
Dios a su pueblo con respecto a la idolatría. Ellos no estaban seguros de que
Dios intervendría de manera milagrosa pero sí tenían la seguridad de que Él
estaría con ellos. Su fe estaba en Dios, no en el milagro que Él podría hacer.
La consagración de estos jóvenes era tan completa que ellos no ofenderían de
ninguna manera a su Dios inclinándose delante de una imagen. Creían que Dios
tenía el poder para librarlos, no sólo del horno de fuego, sino también de las
manos de Nabucodonosor (vv.17-18).
Echados al horno:
3:19-30.
La determinación de los jóvenes enfureció al rey que mandó que el horno se
calentase “siete veces más” (v.19-20).
La decisión del rey hizo que apeligrara la vida de quienes debían ejecutarla. Los
tres jóvenes fueron echados así como estaban, “con
sus mantos, sus calzas, sus turbantes, y sus vestidos” (v.21).
Así fueron llevados a la boca del horno.
Por el poco valor de la vida humana para el rey, el horno fue calentado
al máximo y una llamarada mató a los súbditos que ejecutaron la orden real (v.22).
La comunión de Dios con sus hijos se manifiesta en forma palpable; aún sus
enemigos ven la evidencia de su presencia con ellos (v.25). Los tres jóvenes habían sido
atados antes de ser echados en el horno de fuego (v.21), pero ahora, Nabucodonosor los
vio “sueltos” (v.25). Nabucodonosor no vio a los
jóvenes acongojados, agitados, clamando para ser librados del fuego.
Nabucodonosor notó que estos jóvenes “se pasean en
medio del fuego sin sufrir ningún daño” (v.25). “Cuando pases
por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando
pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” Isaías 43:2;
esta promesa se cumplió en aquél día en la vida de estos tres jóvenes. En lugar
de tres hombres, vio a cuatro; en vez de estar atados, estaban sueltos; en
lugar de revolverse de dolor en la angustia de las llamas, se paseaban en medio
del fuego sin hacer ningún esfuerzo por salir. La salvación de los tres jóvenes asombró al
tirano quien, pese a su incredulidad, tuvo que admitir su error. Al mirar
dentro del horno dijo que vio a cuatro hombres sueltos paseando “en medio del fuego sin sufrir ningún daño”.
Eran cuatro, en vez de los tres que habían sido lanzados al horno y los cuatro
se paseaban libremente dentro de ese infierno. El cuarto tenia la apariencia de
un ser divino un “hijo de los dioses” (v.25). A
la orden del rey fueron puestos en libertad para salir del horno (v.26).
Luego de un examen minucioso, el rey y sus oficiales no encontraron en ellos
ninguna evidencia de daño por el fuego (v.27). El rey quedó impresionado. Nuevamente
reconoció la superioridad del Dios de los judíos y tuvo que admitir que su
decreto había sido una tontería, algo inútil. El Dios de Sadrac, Mesac y
Abed-Nego efectivamente había podido librar a sus siervos quienes prefirieron “entregar sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios” (v.28). “No hay otro
dios…como él” (v.29), estas palabras del rey eran proféticas.
Nabucodonosor se dio cuenta de que su dios no podía hacer por él lo que el Dios
de los judíos hizo por los suyos. El rey derramó favores sobre los tres fieles
jóvenes (v.30);
prohibió hablar mal contra el Dios de los judíos dando así un viso de legalidad
a la religión de los judíos dentro del imperio. El Dios Todopoderoso jamás
dejará solos a sus hijos en medio de las pruebas, sino que dará también la
salida apropiada.-
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