LIBRO
DE DANIEL (V)
La estatua de oro 3:1-7. El rey, que representa el poder mundial supremo, quiere
obligar a todos sus súbditos a participar en su egolatría e idolatría. Con suma
claridad se nota: La Soberbia (v. 1),
El Edicto (vv. 2-3a), Las Pretensiones (vv. 3b-6) y La Autoridad del rey (v. 7).
La religión de una persona se manifiesta en la forma de expresarlo
públicamente. Nabucodonosor lo hace a través de una gran estatua de unos 27
metros de altura y 2,70 metros de ancho. ¿No
era él el rey de Babilonia? ¿No era él la cabeza de oro de la estatua de su
sueño? Aquí se nota el orgullo del que manda “El
poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. La palabra usada para describir la
llanura de Dura (v. 1) significa “fortaleza” o “plaza fuerte”.
El edicto fue dado a todos; nadie podía dejar de cumplirlo. Se mencionan todos
los oficios en orden descendente en importancia; en total se nombran ocho
títulos. El edicto de Nabucodonosor afectaba la vida cotidiana de todos; la dedicación de la estatua era también
un asunto oficial, por lo tanto, todos
los oficiales del gobierno debían estar presentes (v. 3), y todos debían
adorarlo (vv. 4-5).
Nabucodonosor quería unificar a todo el reino bajo una sola religión; de ahí el
peligro, especialmente para el pueblo de Dios. Todos debían postrarse ante la estatua y por ende ante el emperador.
Para los paganos eso no constituía problema alguno, pues era costumbre para un
pueblo vencido reconocer a los dioses de la nación vencedora; sin embargo, para
los hijos de Dios eso era inaceptable. La Biblia no dice la razón de que Daniel
no estuviese presente en esta ocasión; quizás estaba en una misión oficial dado
el rango superior que tenía. Nabucodonosor, anticipando que algunos no querrían
obedecer el edicto, especificó la pena máxima para cualquier desobediente: “En la misma
hora será echado dentro de un horno de fuego ardiendo” (v. 6). El horno era de los que se usaban para obtener cal; en
la parte de arriba tenía una gran chimenea, a manera de una torre, con una apertura
(puerta) al costado, cerca del piso
para sacar la cal o los residuos. La costumbre de quemar a las personas era
común en aquellos tiempos (ver Génesis 38:24; Levíticos 21:9; Jeremías 29:22), más aún cuando la orden venía de un
dictador absoluto como lo era Nabucodonosor. Par el rey, el no rendir homenaje
a su estatua representaba un acto de rebeldía y traición a su reino y a él
mismo. Por eso, tan pronto como oyeron todos los pueblos el sonido de”…todo
instrumento de música,…se postraron y adoraron… “(v. 7).
El comportamiento de los judíos y las acusaciones
3:8-12. Esta porción se divide en dos partes. La primera es la identificación del delito (vv. 8-11), y la segunda es la denuncia de los culpables (v. 12). A) El delito 3:8-11: En el mismo tiempo algunos hombres caldeos se acercaron
y denunciaron a los judíos (v. 8).
Cualquiera que fuese el motivo de las calumnias, su base eran los celos, ya que
los jóvenes judíos habían alcanzado puestos muy elevados en el reino de Nabucodonosor.
Los hombres apelaron: “Tú, oh rey, has dado la orden” (v. 10a). Citando el decreto, le recordaron al rey a quienes afectaba (todo hombre), además, señalaron el
cuándo (al oír el sonido) y el cómo (postrarse yadorar). Además, ampliaron su acusación
señalando la sentencia por su
incumplimiento: “Sea echado dentro de un
horno de fuego ardiendo” (v. 11b). B) La denuncia 3:12: En este versículo se acusa
directamente a los amigos de Daniel por su Nacionalidad
(Judíos); por su Ocupación (Administración de la Provincia de Babilonia); y por Nombre (Sadrac, Mesac y
Abed-nego). Concluyen
la acusación poniendo de resalto la actitud “desafiante” de estos muchachos ante una orden
directa del emperador “Estos varones, oh rey, no te han respetado, no adoran a
tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado”. He aquí la acusación; veremos cómo
responden estos jóvenes.
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