LIBRO
DE DANIEL -IX-
Breve reseña histórica: Nabucodonosor murió en el año 562 a.C. El trono de Babilonia fue ocupado por
Evil-Merodac, su hijo, quien reinó entre los años 562 y 560 a.C. <Este rey fue quien sacó a Joaquín de la
cárcel, según Jeremías 52:31>. Evil-Merodac fue sucedido en el trono por Neriglisar, yerno de Nabucodonosor. Este reinó
entre los años 560 y 556 a.C. Después de la muerte de Neriglisar,
su hijo Labassi-Marduc reinó por breve tiempo, siendo
asesinado pocos meses después de haber ocupado el trono. En el año 556 a.C., Nabónido, otro yerno de Nabucodonosor accede
al trono de Babilonia. Nabónido había sido uno de los conspiradores que habían
asesinado a Labassi-Marduc. En los años que duró su reinado, Nabónido estuvo
prácticamente ausente de Babilonia y en su ausencia, su hijo mayor Belsasar, producto de su matrimonio con Nitocris, hija de Nabucodonosor, era el
regente del reino, es decir, quien verdaderamente reinaba. Belsasar reinó hasta
la caída de la ciudad y el reino en manos de los Medo-Persas. Este es el tiempo histórico en que
se desarrolla el capítulo cinco de Daniel.
El banquete de Belsasar: 5:1-4. La gran celebración ofrecida por Belsasar era algo,
evidentemente, practicado por los grandes monarcas orientales. El rey estaba
sentado en una plataforma elevada desde donde todos los invitados lo podían ver
<Eran
mil invitados>. El exceso de licor y su orgullo desmedido hizo que
mandase ´´traer
los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo
de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y
sus concubinas`` En
un acto de desenfreno que demostraba la iniquidad de su corazón, Belsasar se
dispuso a profanar los vasos sagrados de Jehová. La orden del soberano fue
ejecutada con prontitud. Los vasos sagrados del templo que se habían usado para
el culto y la adoración del Dios Santo eran ahora profanados por manos y labios
pecaminosos. La descripción ofrecida por Daniel, nos hace entender que la
celebración era un verdadero bacanal, o sea una fiesta desenfrenada. Los verbos
``bebieron´´ y ``alabaron´´ denotan que ambas cosas eran parte de
un mismo acto. Poco se imaginaba Belsasar que en aquella noche el Dios del
cielo intervendría judicialmente para poner fin al sacrilegio y a la blasfemia
del rey y sus príncipes.
La escritura en la pared: 5:5-9. Cuando mayor era el ruido de la celebración apareció
una mano que empezó a escribir en la pared pintada con cal. La blasfemia de
Belsasar fue confrontada por Dios. Hubo un silencio sepulcral. La risa se
transformó en una mueca de terror; las rodillas del rey se golpeaban la una
contra la otra en una muestra cabal del espanto que se apoderó de él. Con el
corazón lleno de temor por la visión de la mano que escribía en la pared, ordenó
que trajesen ante su presencia a los ``magos caldeos y adivinos´´. El rey hizo una triple promesa a quien pudiese dar
la interpretación de lo escrito en la pared:
1º. Sería vestido de púrpura, algo que
lo distinguiría como miembro de la realeza;
2º. Llevaría un collar de oro en su
cuello, como una condecoración por haber prestado un servicio al rey; y
3º. Sería el tercer señor en el reino, ocupando así el
cargo más elevado después de Belsasar y su padre Nabónido.
En su
desesperación, el rey haría promesas que le sería imposible cumplir dado los
acontecimientos posteriores. Ninguno de estos sabios pudo leer la escritura y
menos dar la interpretación al rey. Como resultado del fracaso de los sabios,
la turbación del rey aumentó y su rostro cambió de color, a tal punto que aún
sus príncipes quedaron consternados.
Es paradójico
que las manos que antes se habían alzado para blasfemar, brindando con las
copas sagradas, ahora temblaban ante la visión de una sola mano que escribía la
sentencia del juicio sobre Babilonia y sobre el rey. De esa manera se cumple
una vez más el principio bíblico que dice: ``No os engañéis, Dios no puede ser
burlado´´.
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